Fuente: Cronista ~ La obra pública es una de las pocas actividades quese mantuvo exenta de confinamiento. En medio del caos sanitario, un escenario favorable le permitió a la construcción recuperar empleo perdido entre 2018 y 2019, a partir de la crisis financiera. Actualmente, el sector genera cerca de 480.000 puestos y se esfuerza por recuperar el récord histórico de 530.000, de 2017 pero el panorama se templó el último año, principalmente en el segundo semestre.
Si bien continúan las pequeñas reformar, la obra pública tracciona, pero con dificultades por la erosión que produce el ritmo de la inflación sobre los precios acordados, y la construcción privada está frenada. «Los desarrollos que se ven activos hoy, son proyectos iniciados hasta 3 o 4 años atrás», contó a El Cronista, Gustavo Weiss, titular de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO).
El constructor de larga trayectoria en la actividad gremial empresaria, que años atrás mantuvo contrapuntos con la ex presidenta y actual vice, Cristina Kirchner, valoró el diálogo abierto con el Gobierno y los esfuerzos por resolver problemas que ponen en riesgo la obra pública, pero advirtió que los tiempos de la administración pública no son «compatibles» con el de los contratos que «están muy deteriorados».
Además, Weiss ponderó el avance del gasoducto en Vaca Muerta y aseguró que «por los problemas financieros y económicos, hace tiempo que Argentina no encara proyectos que son de transformación decisiva del país«.
blanqueo y créditos hipotecarios
-En este escenario ¿Cuánto ayuda el blanqueo?
-La ley del año pasado tuvo una ventana muy chica, sin embargo, ingresaron cerca de 200 millones de dólares. Este año gestionamos una ampliación; quedan unos 45 días, aproximadamente, para la primera etapa que es la más barata, del 5%. Hace aproximadamente 15 días, se había blanqueado muy poco, unos 20 millones de dólares. La expectativa es que sobre el fin del vencimiento haya más ¿cuánto? La verdad que no sabemos.
– ¿Por qué tan poco?
– El blanqueo está ayudando a que haya más inversores, pero si de la otra punta no hay compradores, por más incentivo que uno dé es difícil que se desarrolle el mercado. Argentina, por los motivos conocidos, no tiene créditos hipotecarios, entonces, la gente que necesita comprar para vivir no tiene acceso porque no hay financiamiento y los inversores se han retirado del mercado. En todos los países con mayor estabilidad, la gente puede acceder a un crédito hipotecario a 30 años pagando una cuota no mayor al valor de un alquiler.
«La gente que necesita comprar para vivir no tiene acceso porque no hay financiamiento y los inversores se han retirado del mercado»
-De acuerdo con el nivel de ingreso y con salarios registrados
– Tiene que disponer de empleo formal que permita pagar cerca del 20% del salario; si eso ocurre hay muchos asalariados que pueden comprar una propiedad. Compran, fundamentalmente, los inversores y en pocos casos personas que tienen un dinero disponible para vivir o padres que le pueden comprar a sus hijos. Además, creo que ha habido un cambio cultural y las nuevas generaciones ya no piensan como nuestros abuelos en «ahorrar en ladrillos».
– ¿Presentaron alguna propuesta de crédito hipotecario?
-Sí, tenemos un proyecto en el Congreso de créditos hipotecarios que ajusta con el coeficiente de variación salarial (CVS), y no con UVAs. Lo interesante del sistema es que sabés que nunca vas a quedar desfasado de tu salario, pero está frenado. Es interesante, aunque, en una economía con 100% de inflación nadie toma un crédito. Hemos hablado con los bancos sobre cómo hacer para calificar a la gente del mercado informal, pero no es fácil. Obviamente, si se pudiera incluir al mercado informal habría más gente disponible, pero no es sencillo.
– ¿Con qué expectativas encaran un 2023 que, en líneas generales, llega con un presupuesto ajustado?
-Puntualmente, en el Presupuesto 2023, lo que es obra pública es inclusive un poquito más que este año, es 1,6% del PBI. La idea del Gobierno, nos lo dijo el Ministro (Sergio) Massa, es mantener o incluso aumentar si fuera posible el presupuesto de obra pública. Por supuesto, si está el Presupuesto y no está la plata, las obras no se pueden ejecutar.
Acceso al crédito hipotecario: «si se pudiera incluir al mercado informal habría más gente disponible, pero no es sencillo».
– ¿Cuál es la situación actual de la obra pública?
-Muy compleja, la obra se cobra a medida que se ejecutó y es inviable si no se mantiene constante el valor del dinero, porque los costos van aumentando significativamente. La fórmula de redeterminación se nutre de valores del Indec, pero no resulta representativa de la realidad con altas inflaciones. Por eso, las obras empiezan a entrar en un régimen de pérdida que las empresas no pueden mantener en el tiempo, empiezan a paralizarse o a detenerse completamente.
Tenemos diálogo permanente con el Gobierno y especialmente con el ministro de obra pública, Gabriel Katopodis, también con el titular de Economía e incluso con el Presidente. El problema que vemos es que el tiempo que demora esa solución, que tiene problemas legales y administrativos, y no es sencilla, pero no es compatible con nuestros tiempos porque los contratos están muy deteriorados.
– ¿Cómo pueden influir las presiones políticas, en un año electoral, en el rumbo económico?
-Tradicionalmente, han sido buenos para la industria. Hay toda una mitología urbana que dice que en los años electorales los gobiernos quieren hacer, terminar y mostrar muchas obras. Me parece que los tiempos actuales no permiten que el Gobierno, aunque quiera, pueda dinamizar mucho la obra pública por los problemas presupuestarios, por las tensiones sociales de otros actores como los movimientos sociales y los temas vinculados a la pobreza, el desempleo y demás. El Gobierno con sus arcas disminuidas va a tener que privilegiar otros sectores y no tanto la obra pública como ha ocurrido en otros momentos.
vaca muerta y obra pública
-Además del gasoducto, ¿qué otras grandes obras están en marcha?
– El gasoducto en Vaca Muerta es central y se está desarrollando a mucha velocidad. El Gobierno quiere inaugurarlo a mediados del año que viene y, más allá de que se pueda o no, nos parece muy positivo que se haya encarado la obra, que debería haberse iniciado hace muchos años.
Por los problemas financieros y económicos, hace tiempo que Argentina no encara proyectos que son de transformación decisiva del país. Sin dudas, hay que contar con fondos de organismos internacionales, se requiere otro nivel de inversión y para eso otras expectativas.
– ¿Cómo cree que se podrían mejorar las expectativas?
-Argentina de una vez por todas tiene que salir del infantilismo económico y pensar que hay que solucionar los enormes desajustes macroeconómicos que tiene el país, que no son de ahora, sino de 70 años o más. Para eso, es fundamental, que no haya déficit fiscal, eventualmente recurriendo a algún financiamiento genuino y que el Banco Central sea independiente; un Estado que no gaste más de lo que tiene.
Si la sociedad argentina en su conjunto y obviamente la dirigencia política, empresaria, sindical, eclesiástica, de los movimientos sociales, etcétera, no comprende que lo central que tiene que hacer el país es ordenar sus cuentas fiscales para solucionar el problema macroeconómico y bajar la inflación, no tenemos destino; no hay inversión posible. A pesar de la potencialidad, Argentina está fuera del mapa de inversiones.
reforma impositiva y laboral
– ¿Qué postura tiene frente las reformas laboral y tributaria?
-Argentina hace muchísimos años que no genera empleo formal; hay que hacer algo para las nuevas generaciones. Habrá que respetar derechos adquiridos de anteriores legislaciones y generar algo nuevo. No es un tema fácil porque muchos gremios no quieren. Por el otro lado, hay un impuesto enormemente distorsivo que es Ingresos Brutos, que aplican las provincias, pero además municipios que aplican tasas de seguridad e higiene que son ridículas por un servicio que además no prestan. Los dos temas, laboral y tributario hay que encararlos y buscar soluciones.