Fuente: La Voz ~ La búsqueda apunta a albañiles y a oficios como electricistas y plomeros. El objetivo es acelerar la entrega de viviendas que construye. En el sector, advierten que faltan operarios, como también materiales e insumos.
Desde el año pasado, a partir de que la economía empezó a salir de las restricciones de la pandemia de Covid, la construcción viene teniendo problemas por la falta de materiales, insumos y mano de obra.
Para algunas empresas, la situación en 2023 se ha complicado y genera retrasos en las entregas. Para otras, no es grave, pero obliga a ser cada vez más eficientes.
Tras la pandemia, lentamente la reposición de materiales se empezó a normalizar a medida que volvía a la normalidad la actividad en la industria. Esto es lo que sucedió, por ejemplo, con el hierro, que tiempo atrás se entregaba con restricciones.
El problema es que el freno a la importación, por la falta de dólares que padece el Banco Central, genera faltantes de maquinarias, repuestos, insumos y materiales.
“Hay mucha máquina importada que está parada porque necesita repuestos y los representantes no los consiguen. Los talleres tienen que hacer maravillas porque faltan correas o neumáticos. Y como no se pueden importar máquinas nuevas, el parque se está envejeciendo”, explica Luis Lumello, presidente de la Delegación Córdoba de la Cámara Argentina de la Construcción.
Según el dirigente, faltan componentes de electricidad, postes de alumbrado público, y para conseguir cañerías de plástico hay demoras de cuatro meses, ya que, si bien se fabrican en el país, utilizan fibra importada, que no ingresa. El plazo se extiende a seis meses para el caso de aireadores para plantas de tratamiento de líquidos cloacales.
“La cuestión es que los pedidos siempre son a precio abierto. Cuando la empresa recibe un anticipo para una obra, compra el material para congelar el precio; ahora, el 70% o el 80% queda abierto por si en la entrega hay aumentos de precios”, agrega.
Al respecto, precisó que las empresas hormigoneras no permiten congelar precios y reciben no más del 30% del pago; el resto queda a precio abierto.
En la actividad desarrollista, las compañías aseguran que el mayor faltante se produce en productos de terminación, que tienen insumos importados o que son traídos del exterior, como es el caso de pisos, grifería, electricidad y artículos de iluminación.
“En algunos casos, la entrega se demora de tres a cuatro meses; en otros, hay materiales que ya no están más en el mercado, entonces podés comprarlos, pero sin fecha de entrega, como los porcelanatos que se traían del sudeste asiático. Esto hace que se demoren las fechas de entrega y que aumenten los precios”, explica Enrique Maluf, fundador de la desarrollista Maluf y Asociados.
Sin embargo, para su colega Martín Teicher, titular de Grupo Elyon, el problema no es tan grave, pero advierte que el contexto obliga a ser eficientes y requiere un trabajo exhaustivo de planificación.
“Este año, nosotros tenemos que entregar tres edificios y contamos con los materiales para hacerlo en el plazo previsto”, resalta el desarrollista.
Sucede que, en el actual escenario de oferta restringida, hay proveedores que ya no aceptan prácticas que antes eran habituales, como el pago con canje (pagar con departamentos una vez terminada la obra). En muchos casos, exigen abonar al contado y con ajustes de precios, lo cual modifica permanentemente el costo de las obras.
Trabajadores escasos
Pero no solo faltan materiales, también trabajadores. Por esta razón, la Cooperativa Horizonte lanzó esta semana una convocatoria para sumar 800 trabajadores de la construcción, principalmente albañiles y especialistas como electricistas y plomeros.
El régimen de esta cooperativa incluye el pago del sueldo de convenio y además los convierte en socios para que puedan hacerse su propia casa a través de su sistema.
“La convocatoria permanecerá abierta hasta que logremos por lo menos 500 trabajadores, cifra a la cual podemos llegar a finales de marzo. El objetivo es acelerar la entrega de las viviendas; hasta el año pasado, entregamos 80 unidades mensuales y tenemos que llegar a un ritmo de 100 a 120 por mes”, explica Carlos Moro, presidente Cooperativa Horizonte, entidad que tiene más de 800 empleados.
En el sector de la construcción, culpan a los planes sociales de la falta de trabajadores. No es que no quieran trabajar, sino que no lo quieren hacer como trabajadores registrados para no perder el beneficio, según aseguran los empresarios.
Esto es porque desde el inicio de la pandemia hasta la actualidad hay mucho trabajo en obras pequeñas, como ser reparaciones, reformas o construcción de dúplex por parte de pequeños profesionales. En la mayoría de estos casos, se utilizan cuadrillas cuya actividad se realiza “en negro”.
“Hay personas que con un plan social y alguna obra que hace de manera informal terminan ganando de bolsillo más de lo que ganan con un sueldo formal. Hay que explicarles que de esta manera pierden el acceso a la obra social y a una futura jubilación, pero la gente está centrada en la diaria”, agrega Lumello.
En este marco, el dirigente de la Cámara de la Construcción agrega que también faltan capataces y profesionales, pero es un inconveniente que se viene repitiendo desde hace años. “El problema es que nadie está buscando una solución”, previene.