Fuente: La Nación – Empezó en Mataderos, pegó el salto a Palermo y Núñez y hoy construye en Bajo Belgrano y Coghlan, con la convicción de que no solo hay que crear viviendas sino también generar comunidad
Arrancó solo con un emprendimiento en Mataderos. Para cumplir el sueño de su primer proyecto vendió su propia casa y se fue a alquilar. Corría el 2004 y decidió invertir US$1 millón en un emprendimiento ubicado en Larrazabal al 1100. “Fue un esfuerzo de tres años donde aprendí el valor de emprender, comprometerse y cumplir”, recuerda. “Cumplir es lo que más vale”, sigue la charla Ariel Acri, el desarrollador que ahora construye en las zonas más buscadas de la ciudad: Bajo Belgrano y Coghlan, dos proyectos que suman casi US$50 millones en inversión.
Tras la experiencia de Mataderos, saltó a la zona más top: Palermo Hollywood. Su segunda apuesta fue en Soler y Arévalo, y la tercera en el barrio de Núñez. “Construía con el excedente que me generaban mis otros negocios y me quedaba con los departamentos para alquilarlos hasta que me di cuenta de que la renta pasiva no era el negocio del próximo ciclo”, relata quien hasta ese momento era un entrepreneur del real estate, pues no eran su negocio principal.
Pero recién decidió patear el tablero de lo que venía haciendo en 2017 en una de sus sesiones de terapia, cuando en pleno diván su terapeuta lo invitó a pensar en lo que realmente le gustaba.
Acri ya sabía de la “montaña rusa” que genera emprender en la Argentina. En la década de los 90 había creado una empresa que fabricaba uniformes para empresas, colegios y hoteles. Pero la crisis del 2001, lo fundió y tuvo que arrancar de nuevo. “Me fui a Estados Unidos a trabajar y ahorrar para honrar deudas” recuerda. El camino no fue fácil, reconoce.
“El modelo cambió: ya no se trata de construir un edificio e irse. Hay que generar comunidad y para eso trabajamos: esa es mi pasión, desarrollar integrando la trama urbana”, afirma hoy el empresario que tras esas experiencias creó Saltum, la empresa que construye dos emprendimientos en la ciudad de Buenos Aires y que es consultora en otros dos en la zona norte. ¿A qué se refiere? “Hay que generar marca y entorno”, insiste.
Por ejemplo, para definir a las marcas que se instalaron en el zócalo comercial del emprendimiento de Coghlan, ubicado en Washington y Nuñez, consultó a los propietarios si estaban de acuerdo en instalar un supermercado de una conocida cadena en versión Express. “No se trata de ganar un partido, sino de quedarse en la cancha, involucrarse y hacerlo funcionar, atendiendo las expectativas de todos los actores de esa comunidad”, reflexiona y asegura que en el real estate siempre hay oportunidades.
Explica que como “refugio de inversión” el ladrillo no tiene precedentes, aunque es clave no tener la necesidad de salir en un momento inadecuado, es decir, en un momento de precios bajos. “La tasa de capitalización es muy apetecible”, asegura.
Hoy construye H Bajo Belgrano en Echeverría al 800. Un proyecto de US$23 millones con un frente de más de media cuadra que estará terminado en 2025 con unidades que se venden en preventa desde US$3800/m². Y WH Coghlan, que está en etapa de entrega, es un complejo de viviendas y espacios de trabajo en la esquina de Washington y Núñez. “El proyecto generó un polo comercial con locales de gastronomía de marcas top of mind, además de tener un gran parking público y un supermercado en su enorme zócalo comercial”, detalla el emprendedor que vende desde los US$2500/m².
La elección del corredor Balbín tiene su explicación. Acri es un convencido de que la zona norte de la ciudad tiene aún gemas de ser descubierta y fue uno de los primeros en llegar a Coghlan, donde la infraestructura de transporte, conectividad, calidad de vida y esparcimiento tienen margen de crecimiento.
Con foco y acción, Acri mira nuevas oportunidades en el sector.