Fuente: Ámbito ~ La fundación que lleva su nombre trabaja en su archivo y reabrirá al público apenas culminen las obras.
Los museos privados y fundaciones dedicadas a las figuras individuales del arte no suelen ser muy activos; no obstante, la Fundación Clorindo Testa (Nápoles 1923- Buenos Aires 2013) es una excepción. El sábado pasado, durante un encuentro virtual, el director, Julio Suaya y los arquitectos Juan Fontana y Oscar Lorenti a cargo del estudio, presentaron los diseños de una serie de casas de Testa. Los expositores, capaces de revelar los secretos del padre del brutalismo en Latinoamérica, autor del Banco de Londres (1960) y la Biblioteca Nacional (1962), despertaron el interés de un público numeroso con deseos de conocer al detalle las ideas del arquitecto. Se habló de la llamada “experiencia profunda de campo” y la influencia del contexto donde se levantaron esas casas, factor determinante de unas formas ligadas a las “vivencias del arquitecto”. “No hay formas autónomas”, aseguraron. De la mirada curiosa y libre de Testa provenían curvas y geometrías de acuerdo con las particularidades del territorio, como la casa que tiene una ventana para cada árbol de su jardín.
La Celeste fue diseñada para la hermosa pareja que en la década del 60 formaron Josefina Robirosa y Jorge Michel. Ella se había criado en el palacio Sans Souci, obra de René Sergent y, talentosa artista, expuso en 1968 junto a Testa en “Nuevo Ensamble” del Museo Nacional de Bellas Artes. Michel tenía un ancla tatuada en el brazo desde sus tiempos de marinero, era poeta, cineasta, publicista y, sobre todo, escultor. Cada uno tenía su taller en la casa, separado por el salón de estar. Frecuentada por las revistas de arquitectura y también las de sociales, Robirosa contaba que le encargó la casa a Testa durante un encuentro en el Florida Garden y, al día siguiente, en el mismo café, él le entregó los planos y se fue de viaje.
Las presentaciones de la Casa Di Tella, demolida para construir la Universidad; la Chescotta, con un mural que rompe el minimalismo de un muro; la Carabassa y La Celeste, pusieron en evidencia la comodidad de Testa para desplazarse libremente con su doble prestigio, de artista y arquitecto en el universo del coleccionismo y el arte. La casa como tema, pero también como problema, aparece y reaparece a lo largo de su trayectoria. Hay una pintura con el perfil de un personaje que grita “Quiero ir a mi casa”. ¿De dónde proviene esa desgarradora urgencia?, preguntamos. “La casa es el verdadero refugio del hombre. Puede ser cualquier cosa, pero el hombre tiene una necesidad primaria, tiene que tener algo, aunque sea un caño o un toldo al cual pueda decirle ‘esta es mi casa’, aclaró Testa.
En el año 2000, cuando no existían aún los cartoneros, presentó en el Museo Nacional de Bellas Artes una instalación: una casa de cartón corrugado. Nada pasaba inadvertido frente a sus ojos: dijo que había observado un notable crecimiento de la Villa 31. Ya en 1978 había expresado su preocupación por el deterioro de la casa del hombre y expuesto “La peste en Ceppaloni”, metáfora de dilemas políticos, ecológicos y urbanísticos. La obra relata el drama de la peste bubónica que transmitían las ratas y que, en plena Edad Media, diezmó en Italia a gran parte de la población donde vivían sus antepasados. Los dibujos sobre grandes bandas de papel tapizaban el comedor de su propia casa. En 1992 anticipó el universo post-apocalíptico y el drama del presente al exhibir “La fiebre amarilla en Buenos Aires”, una instalación donde presenta los muertos sobre camillas blanqueadas a la cal. Estudioso de la historia, Testa supo mirar hacia atrás y con su singular habilidad, encontró el modo de activar el tiempo, recreó las imágenes del pasado para hablar de las cuestiones fundamentales del hombre del presente.
Testa se recibió de arquitecto en 1947. Realizó un viaje de estudios a Italia y al regresar, en 1952, expuso su arte en Buenos Aires. A partir de entonces se sucedieron las exposiciones, los premios nacionales e internacionales y las participaciones en las Bienales de Venecia y San Pablo. Junto con Sarah Grilo, Fernández Muro, Miguel Ocampo y Kazuya Sakai, integró en los años sesenta el Grupo de los Cinco, y en los setenta, el Grupo de los 13 o Grupo CAYC, ganador del Gran Premio de la Bienal de San Pablo en 1977. En la actualidad, la Fundación ocupa el estudio de Santa Fe y Callao, propiedad de los herederos de Testa, trabaja en un archivo exhaustivo y reabrirá sus puertas al público apenas culminen las obras de remodelación.