Fuente: Ámbito ~ El Director General de la compañía de real estate Azcuy pidió rever las medidas adoptadas por el Gobierno porteño. «Fue muy perjudicial para toda la actividad haber tenido solo medio año productivo», remarcó.
“A causa de la suba del dólar, la renta por alquiler se encuentra alrededor del 2-2,5% anual en dólares, el punto más bajo de su historia”, advierte Gerardo Azcuy, Director General de la compañía de real estate Azcuy. Precisó también que “los desarrolladores inmobiliarios atraviesan por el cuarto año consecutivo de tendencia a la baja por la inestabilidad económica”.
Respecto a la decisión del gobierno de la Ciudad de no permitir el trabajo en las obras de construcción, el empresario fue crítico y alertó: “Es vital rever estas medidas, ya que cerrar las obras de mayor metraje, en las que se cumplen todos los protocolos, no es lógico”.
Especializado en el desarrollo de edificios residenciales, Azcuy destacó que “nuestro mercado tiene mucho potencial”, pero se quejó por la “desorganización” en la implementación del blanqueo de capitales que beneficia al sector. “A pocos días de que venza el plazo para blanquear con la menor tasa, aún hay complicaciones para la apertura de las cuentas”, se lamentó. El problema de los alquileres y los costos de la construcción son algunos de los temas conversados con Ámbito:
Periodista: ¿Cómo se encuentra el mercado actualmente?
Gerardo Azcuy: El sector se encuentra comenzando el cuarto año consecutivo de tendencia a la baja, producto de la inestabilidad económica. A esto se agrega un clima de negocios enrarecido debido a la falta de reglas claras y políticas de largo plazo, lo que produce que, tanto los inversores como los compradores finales, se quedan a la espera de la evolución de la situación macroeconómica, generando así una demanda retenida. Nuestro mercado tiene mucho potencial: las personas se casan, las familias se agrandan o se achican, pero esas situaciones no se transforman en operaciones. Se necesita estabilidad en las variables económicas y un clima de negocios favorable para que se concreten. Solo así se pondrá en funcionamiento el círculo virtuoso que caracteriza a nuestra actividad.
P.: ¿La pandemia a cuantos desarrolladores afectó? ¿Cuántas empresas cerraron?
G.A.: La pandemia afectó a todo el sector, ya que durante el 2020 tuvimos las obras absolutamente paradas por seis meses. Fue muy perjudicial para toda la actividad haber tenido solo medio año productivo. No obstante, fue un período que nos permitió revisar y mejorar procesos internos, a la vez de incorporar todos los protocolos, y contratar micros y comprar camionetas para que el personal de obra no dependa del transporte público.
Quienes estaban en situaciones más complejas o bien tenían deudas a raíz de los dos años de recesión previos a la pandemia han tenido, sin dudas, problemas más difíciles en la salud económico-financiera de sus empresas. En nuestro caso, siempre fuimos conservadores ante la posibilidad de ciclos negativos y, por eso, la pandemia nos encontró con una estructura suficientemente sólida para afrontarla. Sin embargo, hay una cantidad de colegas que, luego de tantos meses sin poder trabajar, se siguen viendo en problemas financieros.
«Nuestra actividad es indispensable para reactivar la economía, no podemos volver a frenar las obras», expresó Azcuy. Gerardo Azcuy
P.: ¿Cuáles son las expectativas en materia de nuevos desarrollos?
G.A.: Los nuevos proyectos están a la espera. Esto es realmente una lástima, porque hay muchas opciones de terrenos para comprar a buenos precios, pero los desarrolladores debemos ser cuidadosos, porque nuestra actividad es distinta a otras. Uno no puede entregar el edificio hasta que no está terminado, por ende, uno solo lanza un proyecto si tiene la seguridad de poder finalizar la totalidad de sus metros cuadrados. Nosotros nos dedicamos a hacer obras medianas, con inversiones que no bajan de los U$S 20 millones, y trabajar en un clima tan “hostil” como el actual es algo realmente complicado. Esto afecta a muchos desarrolladores que terminan retrasando sus proyectos.
P.: ¿Cree que el blanqueo para la construcción permitirá reactivar al sector? ¿En qué segmentos (viviendas, oficinas, locales, etc.)?
G.A: Los blanqueos son decisiones controvertidas, porque suponen “premiar” a alguien que no pagó impuestos, lo cual es injusto para con quiénes sí los han pagado. No obstante, lo cierto es que muchas actividades en nuestro país tienen una parte “en blue”, generando una cantidad de dinero que, al blanquearse, ayudaría a dinamizar nuestra actividad, generando nuevos puestos de trabajo. Pero la realidad es que se dan mensajes confusos, con cambios de reglas de un blanqueo al otro. La discusión e implementación de este tipo de normas también son un problema. Con este último blanqueo, por ejemplo, se dio una situación particular: se empezó a anunciar el año pasado, después desapareció de la agenda, finalmente se aprobó la Ley, pero tardó mucho tiempo en ser reglamentada y ahora, a pocos días de que venza el plazo para blanquear con la menor tasa, aún hay complicaciones para la apertura de las cuentas. Esta desorganización implica complicaciones para los inversores, ya que genera procesos poco previsibles para la toma de decisiones.
P.: ¿Tienen dificultades para la importación de insumos?
G.A.: No hemos tenido problemas para la importación de insumos. Regularmente importamos todas las terminaciones de nuestros edificios desde Europa. En enero recibimos un embarque y estamos a la espera de otro, pero en ninguno hemos tenido inconvenientes.
El Gobierno porteño determinó la suspensión de obras de más de dos mil metros cuadrados por la pandemia NA
P.: ¿Hubo un repunte de ventas en los últimos meses?
G.A.: Como dije anteriormente, el sector se encuentra iniciando su cuarto año consecutivo de tendencia a la baja, y eso se refleja también en las ventas. Obviamente, esto tiene que ver con el contexto que mencionábamos y también con las especulaciones de los precios. Nosotros intentamos tener un ancla en nuestros valores y costos. Las obras son largas y no se pueden aprovechar bajas momentáneas en los precios para stockearse por los tres años que se tarda en terminar el edificio, ni pagar anticipadamente muchos gastos. Por lo cual, trabajamos con una moneda dura que es el dólar y a un precio cerrado. No estamos constantemente viendo los costos de la construcción, sino pensando en el producto final que queremos ofrecer. Por esto, en general, los precios se mantienen, pero las ventas han bajado producto del clima de negocios enrarecido que vive el sector.
P.: ¿Cómo evalúan las nuevas medidas de restricción a la construcción en la Ciudad de Buenos Aires?
G.A.: Consideramos que los anuncios de restricción son un error. Entendemos la preocupación por la gravedad de la situación sanitaria, pero creemos que las medidas que se tomen tienen que ser cuidadosas con el empleo privado. El año pasado tuvimos 6 meses nuestras obras paradas, no obstante, mantuvimos 250 puestos de trabajo. Cuando pudimos reactivarlas, incorporamos todos los protocolos. Por eso, la actividad productiva debería estar entre las últimas cuestiones en ser alcanzadas con medidas restrictivas. Menos aún los sectores más organizados en cuanto a los protocolos de cuidado, como somos las obras grandes, donde, por ejemplo, tenemos transporte propio para todos nuestros trabajadores y podemos mantener el distanciamiento (en obras de 10.000 m2, trabajan 100 personas). Las compañías del sector no pueden afrontar más perjuicios, consecuencia de mantener puestos de trabajo y gastos fijos sin producción. Es vital rever estas medidas, ya que cerrar las obras de mayor metraje, en las que se cumplen todos los protocolos, no es lógico.
P.: ¿Cómo cree que impactarán en el sector a corto y mediano plazo? ¿Afectarán directamente las ventas y/o en el lanzamiento de nuevos proyectos?
G.A.: Nuestra actividad es indispensable para reactivar la economía, no podemos volver a frenar las obras, porque de su avance dependen los salarios de miles de personas que se desempeñan en nuestro sector. Necesitamos poder trabajar, sino es imposible sostener a nuestras empresas y trabajadores. Y ahora ni siquiera podemos contar con aportes que nos permitan seguir adelante.
«Necesitamos poder trabajar, sino es imposible sostener a nuestras empresas y trabajadores», implora Azcuy, en diálogo con Ámbito. Télam
P.: ¿Qué expectativas tienen de revertir la aplicación de estas medidas?
G.A.: Aparentemente, se estaría revisando la medida. Sería positivo que se atienda a la necesidad y los reclamos de quienes brindamos empleo privado formal y de calidad.
P.: ¿Cómo prevé que se comportarán los costos de la construcción y los valores de las propiedades en este contexto?
G.A.: Es algo realmente difícil de prever. Puede que, en momentos de recesión y de retirada de la demanda como el actual, algunas empresas requieran, en función de su solidez financiera, una inyección de liquidez que los lleven a bajar temporalmente los precios de algunas unidades. Pero, se trata de un fenómeno inherente al funcionamiento de cualquier mercado libre, en el cual no existe un precio unívoco para el bien en cuestión. En una economía con una inflación anual del 50% pronosticada para este año y un promedio del 30% anual en los últimos veinticinco años, lamentablemente no tenemos la posibilidad de pensar los precios en moneda local. Para que nuestro sector pueda pensar en pesos en cuanto a sus costos y precios de venta, se debería eliminar la inflación. La industria de la construcción de edificios implica, desde que uno reúne el dinero para comprar el terreno, lo compra, aprueba los planos, ejecuta la obra y termina de vender el desarrollo, alrededor de cinco años. En nuestro caso, tenemos lanzamientos e inicios de proyectos escalonados durante ocho años (es decir, dos gobiernos completos). Por esta razón, quienes nos desempeñamos en el sector no podemos guiarnos con lo que ocurre en cortos períodos de tiempo, hay que tener una mirada estratégica, a fin de poder terminar cada edificio que se empieza, teniendo las condiciones necesarias para no fallarle a quienes depositan su capital y confianza en nosotros.
P.: El ministro Ferraresi sugirió que “si alguien tiene un inmueble y no lo alquila debería cobrarse un impuesto alto. ¿Qué opina al respecto y cómo evalúa la situación actual de los alquileres? ¿Es conveniente comprar para alquilar?
G.A.: No me corresponde hacer apreciaciones sobre los comentarios de un ministro, pero sí creo que es importante afirmar que la sumatoria de intervenciones del Estado en el sector generan un escenario más complejo en lo que se refiere a la búsqueda de inversores. A causa de la suba del dólar, la renta por alquiler se encuentra alrededor del 2-2,5% anual en dólares, el punto más bajo de su historia, lo que sin dudas desalienta a una gran cantidad de inversores que buscan comprar una propiedad en búsqueda de renta.