Fuente: Clarín ~ En Santiago del Estero, cuatro prismas coloridos contienen departamentos amplios con balcones y terrazas.
Tal vez por las fallidas experiencias del pasado, el pensamiento aún asocia a la vivienda social con una arquitectura pobre, de escasa reflexión, mala calidad de los materiales, tipologías inflexibles, fealdad. El complejo de viviendas Procrear de Santiago del Estero es un ejemplo que contradice aquella idea arcaica.
La obra es el resultado del trabajo de prestigiosos estudios (Aisenson, Varas, Pentimali, Baulina, Tectum) y la constructora AMG, quienes en conjunto lograron una detallada reinterpretación del croquis original provisto por las bases licitatorias del fideicomiso Procrear-Banco Hipotecario.
Ubicado en el barrio Alberdi -en el noroeste de la capital provincial-, el condominio se compone de cuatro coloridos prismas de volumetrías y alturas ligeramente variables.
Los volúmenes se comunican entre sí a través de un centro de manzana con fuerte tratamiento paisajístico, con cada consorcio exhibiendo un sesgo particular que enriquece la coherencia del conjunto.
El proyecto del complejo fue diseñado por prestigiosos estudios de arquitectura.
Viviendas con cocheras y comercios
El programa se compone de 125 unidades funcionales, 4 salones de usos múltiples -uno por consorcio-, 55 cocheras y un zócalo comercial de 20 locales en planta baja, sumando un total de casi 17.500 m2 construidos.
“De acuerdo a las bases del programa, se mantuvo el plan de masas sin alterar la pisada, la volumetría, la altura y la disposición de los edificios en el terreno -señala la arquitecta Mariana Agüero Petros, miembro del equipo de obra junto al ingeniero Marcos Muzi-.
Sí se incorporaron una serie de modificaciones a partir de consideraciones ambientales, de accesibilidad, paisajismo y uso de los espacios privados y consorciales”.
Las tipologías de los departamentos son de uno, dos y tres dormitorios e incorporan distintos espacios exteriores de superficies variadas.
El amplio espacio de relación con el exterior a través de balcones corridos y terrazas permite la regulación climática, una variable fundamental teniendo en cuenta el clima semitropical de la región.
Los prismas del complejo suman paños de color para generar identidad.
“En relación a los departamentos y espacios comunes y circulatorios, para su mejor distribución se dispusieron en la zona de basamentos algunos cambios de posición de las unidades para incorporar viviendas destinadas a usuarios con discapacidad motriz”.
También se redujeron las circulaciones, lo que paradójicamente permitió mejorar su eficacia.
El tratamiento de la planta baja
Producto de otra modificación del masterplan original, en planta baja fueron incorporadas algunas viviendas con terrazas propias que miran a los jardines comunes, que originalmente habían sido proyectados como estacionamientos.
El complejo cuenta con patios interiores.
En este sentido, el desmonte de un metro sugerido por el estudio de suelos permitió preparar una cota de -1,70 para habilitar un espacio destinado a las cocheras de los edificios situados sobre ese frente, conformando una planta cerrada, con vanos superiores y laterales que facilitan la ventilación e iluminación.
Esta operación permitió dos importantes mejoras: en primer lugar, se despejó de automóviles el área central del terreno para destinarlo a jardines y espacios de uso común con vegetación y arboledas nativas.
En segundo lugar, se eliminaron el nocivo “efecto espejo” producto de la exposición al sol de las chapas de los autos, y los gases, ruidos y contaminación visual generada por el tránsito interno.
También, al haber un menor movimiento de tierras, se consiguió como beneficio adicional la reducción de los plazos de obra.
El proyecto del barrio Alberdi se destaca por el tratamiento paisajístico de los espacios comunes.
Espacios bien ventilados
La recuperación del centro de manzana para destinarlo a jardines de uso comunitario fue otra modificación fundamental con respecto al anteproyecto.
Así, los salones de usos múltiples de los cuatro edificios fueron reubicados en planta baja próximos a patios sombreados con el fin de generar una relación interior-exterior que flexibiliza su uso, estableciendo contacto directo sobre los jardines de sombra a partir de expansiones.
Este reposicionamiento de los sum también habilitó el acceso a aquellas áreas de descanso desde el exterior del edificio, sin tener que pasar por el vestíbulo.
Además, la cercanía de los cuatro sum facilita el contacto social producto del entorno arbolado del centro de manzana, compuesto por un sistema de cuatro jardines interconectados pero independientes.
En el centro de manzana hay jardines que promueven el contacto social.
“Dada las condiciones de difícil mantenimiento de las carpetas verdes -destaca Agüero Petros-, se entremezclaron las arboledas con manchones verdes y zonas de pedregullo con grupos de macizos arbustivos, conformando un patchwork que expresa la identidad de la zona”.
En proximidad del sum, el tratamiento paisajístico se completa con la colocación de macetas con vegetación autóctona de bajo riego y mantenimiento.
El objetivo es incorporar el verde del corazón de manzana a los basamentos de los edificios, en los cuales se colocaron maceteros con cactus, crasas, suculentas y cola de tigre, especies autóctonas que crean una cámara de aire sobre las terrazas, los decks y equipamientos, compuestos por bancos y luminarias.
Por su parte, el zócalo comercial, ubicado a nivel cero y compuesto por 20 locales, está coronado por una recova para protección de clientes y transeúntes.
El complejo tiene un zócalo comercial con veinte locales.
Pese a la contundencia de la pieza y la superficie construida, para la arquitecta los verdaderos materiales del proyecto son la sombra, las expansiones con clima controlado, el trabajo sobre el suelo, la piedra, el pasto, la flora nativa y, desde el punto de vista urbano, la construcción del espacio público desde la arquitectura.
“Una obra con fuerte carácter e identidad que atiende las variables climáticas, geográficas y paisajísticas propias de la capital santiagueña para incorporarla a las corrientes urbanas y arquitectónicas actuales”, finaliza Agüero Petros.