Fuente: Clarín – Hay al menos seis proyectos presentados en la Legislatura para modificar las regulaciones en zonas de casas bajas. Villa del Parque, Villa Ortúzar, Chacarita, Palermo, Colegiales y Coghlan, algunos de los barrios que piden cambios.
En una de sus últimas apariciones públicas como Jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel dejó en la Legislatura algunas definiciones que preocuparon -y un poco desconcertaron- a los vecinos y vecinas de los barrios que hoy se encuentran asediados por la construcción en altura.
En su alocución sobre la gestión de gobierno, Felipe Miguel dijo que se habían detectado «ciertos reclamos» y «ciertas tensiones» por parte de la ciudadanía, respecto al nuevo Código Urbanístico, que fue modificado en 2018.
Los «ciertos reclamos» y las «ciertas tensiones» vienen de casi 20 barrios en donde las modificaciones transformaron para siempre las dinámicas vecinales. Los cambios habilitaron un mayor volumen constructivo en zonas de casas bajas y permitieron el enrase, es decir, igualar a las construcciones más altas ubicadas en las parcelas lindantes (en una Ciudad plagada de excepciones, es un gran problema).
Y, entre otros cambios, permitió que la construcción avance sobre el corazón de la manzana -hasta el 89% de la superficie total- lo que implica un cambio enorme en una característica identitaria de estos barrios.
Las organizaciones vecinales llevan años impulsando cambios en el código, cosa que lograron en tres zonas de la Ciudad, como son Bajo Belgrano, Altos de Núñez y el Barrio River. Y en la Legislatura se conformó una mesa de diálogo de la que participa la Secretaría de Desarrollo Urbano.
En barrios como Villa del Parque, Urquiza u Ortúzar, agrupaciones de vecinos piden cambios al Código urbanístico y límites a la construcción en altrua. Foto: Luciano Thieberger
En orden institucional, Felipe Miguel hizo su última intervención en la Legislatura y ahora todas las expectativas estarán puestas en el futuro Jefe de Gabinete, Néstor Grindetti. Y sobre todo en el compromiso de Jorge Macri, quien prometió revisar el CUr.
Liliana es una de las vecinas que participa del colectivo Conciencia Urbana Comuna 11 y le cuenta a Clarín cómo fueron los últimos meses: «Entre noviembre de 2022 y agosto de este año, se presentaron seis proyectos de ley específicos sobre algunas zonas de la Ciudad: Villa del Parque, Villa Ortúzar, Chacarita, Palermo, Colegiales y Coghlan. Tenemos contacto con funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Urbano, y si bien se logró que haya una agenda vinculada a este tema, no tenemos buenas expectativas. Porque mientras se retrasa el debate en el recinto, los desarrolladores siguen pidiendo permisos y la construcción avanza», sentenció.
Este colectivo forma parte de la Interbarrial Buenos Aires, desde donde se viene dando una lucha más integral; porque aunque cada barrio tiene sus particularidades, los atraviesan las mismas preocupaciones. En septiembre pidieron la suspensión «inmediata del otorgamiento de permisos de demolición, de obra nueva (que supere los 9 metros de altura) o de obras que invaden el pulmón de la manzana». Un pedido que no tuvo resolución.
Como se dice coloquialmente, los desarrolladores «pisan» los permisos con la ley actual, lo que a futuro les permitirá construir con la norma que los vecinos rechazan.
En barrios como Villa del Parque, Urquiza u Ortúzar, agrupaciones de vecinos piden cambios al Código urbanístico y límites a la construcción en altrua. Foto: Luciano Thieberger
Otra problema que se interpuso fue la escasa labor que hubo en la Legislatura en este año de elecciones. Lo mismo ocurrió en el Congreso y en el Senado; los tres recintos, con poquísima actividad a lo largo de 2023.
En este sentido, la conformación de la Legislatura también implica un desafío para el debate de estos temas. Por un lado, el oficialismo, si se mantiene como hasta ahora, conservará la mayoría, mientras que La Libertad Avanza tendrá 9 legisladores. Las organizaciones barriales prácticamente no tienen diálogo ni acercamiento con LLA y un poco en chiste, y bastante en serio, entienden que los libertarios estarían más de acuerdo con la idea de no tener ni siquiera un código.
A futuro, la situación preocupa. La legisladora Claudia Neira (Unión por la Patria), en comisiones, reclamó a la Ciudad que haya una mirada armónica sobre el planeamiento. Y el mejor ejemplo lo encontró en el Distrito del Vino: «Desde el Estado se incentiva que haya más actividad económica en barrios que ya se encuentran saturados. Con una enorme demanda de construcción en altura y con mixtura de usos (N. de R.: esto también habilitado por el nuevo código, bares, restaurantes y todo tipo de negocios, y hasta depósitos, en donde antes no estaba permitido). Frente a este panorama, lo que dicen los vecinos es genuino, detener la saturación».
Uno de los barrios con una organización vecinal histórica es Coghlan. La Asociación Amigos Estación Coghlan se fundó en 1991 pero vienen trabajando desde 1967. Isabel contó a Clarín que la lucha por mantener Villa Roccatagliata les dio herramientas para entender lo que se venía con este nuevo CUr.
Entiende que el primer paso debe ser frenar la entrega de permisos de obra: «Si no frenamos los permisos es como mandar a los bomberos dos meses después de un incendio. Hay manzanas en nuestro barrio por las que practicamente ya no se puede hacer nada. Necesitamos parar para salvar lo que podamos», explicó.
Recientemente, los vecinos impulsaron un recurso de amparo contra una obra en Freire al 3000, entre Quesada e Iberá. Allí funcionó la mueblería Barthel y el predio ocupa casi un cuarto de manzana, con casi 45 metros de frente. Hay edificios de 1923, de estilo neocolonial, con protección estructural (son “inmuebles de carácter singular” y con “valores histórico, culturales y urbanos”, se le pueden hacer modificaciones interiores y tareas de mantenimiento, con autorización previa).
Además de lo que fueron los talleres, las oficinas y otros usos de la fábrica, hay una importante arboleda y buena parte del terreno no tiene construcciones, lo que implica un aireamiento muy importante para la manzana.
El proyecto anunciado por desarrolladores prevé la construcción de un edificio de entre cuatro y cinco pisos, con 45 departamentos y con una suerte de escalonamiento. La obra avanzará por completo sobre el pulmón de la manzana.
También formando parte de la Interbarrial, Isabel opina que si bien los candidatos «tomaron el tema, la solución tiene que ser debatida, no se puede volver a redactar un código que deje disconformes a los vecinos. Y entiendo que la solución no puede ser global, cada barrio tiene sus particularidades. No queremos que se vote un parche, sino un mejor código», sentenció.