Fuente: Para Ti – En el marco de una nueva Semana Deco Para Ti los invito a entrar al emblemático edificio que acuna la historia naval argentina. Nació para los oficiales de marina y actualmente es un punto de encuentro fraternal y de camaradería. Con ustedes, el edificio del Centro Naval de Buenos Aires. Pasen y vean.
«…Considero superfluos los honores y las riquezas cuando bastan seis pies de tierra para descansar de tantas fatigas y dolores».
Almirante Brown.
Sin dudas, la heroicidad de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), al que debemos gratitud por la idea de “estado moderno”, dinamizó la concepción de la educación argentina. A la sanción de la Ley 1420, como piedra fundacional de la instrucción, se suma también la profesionalización de las milicias en tiempos belicosos al resguardo de la patria. Así como Sarmiento, un ilustre en tierra, lo fue el Almirante Guillermo Brown (1777-1857), padre de la patria en el mar.
Con el objeto de defender nuestro territorio, el sanjuanino creó el Colegio Militar en 1869 y la Escuela Naval Militar en 1872. Para la Armada Argentina, el legado del prócer se evidencia en la denominada “Escuadra de Sarmiento”, en referencia a la fuerza naval que gestó durante su presidencia.
Diez años después, en 1882 un grupo de egresados de la escuela Naval se congregó para dar curso a la asociación que hoy conocemos con el nombre de “Centro Naval”. La finalidad de esos jóvenes oficiales estaba fundada en la expansión cultural de la carrera, la formación académica de los oficiales y la extensión socio cultural, brindando acceso a bibliografía especializada para jerarquizar la profesión naval.
Durante los primeros años, el creciente número de socios, oficiales y profesores de la Escuela Naval Militar hacía imposible el desarrollo de actividades en la casa de su fundador, Don Santiago Albarracín, ubicada en la calle Corrientes. Desde 1897 comienza a desarrollarse en distintos locales, cada vez en espacios mas amplios para gestar las actividades sociales, de ceremonial y protocolo.
Cuentan que la idea de una sede propia sería del entonces capitán de fragata Eduardo O’Connor, quien solicitaría al gobierno la cesión de un terreno para levantar la sede social. Seguidamente y gracias a la ley 6.384 del presidente Figueroa Alcorta en 1909, quedó aprobada la construcción de la Sede del Centro Naval, el Museo Naval y la Biblioteca Nacional de Marina, abrazando la camaradería de sus miembros.
Al mismo tiempo, la calle Florida era epicentro social y comercial de la ciudad de Buenos Aires. Los paseos sobre el adoquinado otorgaban prestancia y comprar en las tiendas era un gesto de lujo y suntuosidad. Los locales comerciales se inauguraron rondando 1895, ostentando el modernismo a semejanza de los escaparates de los almacenes europeos. Era una costumbre elitista entrar a la
, al Teatro Nacional, El Ateneo, La Sociedad Rural o el Jockey Club. Por Florida desfilaban las sombras de un país dinámico y progresista. Por esos años abrían sus puertas al público la Casa Central de Gath & Chaves y el edificio de Harrods, fragante a Acqua di Rose. Con los años se consolidó al paso de políticos, periodistas, escritores, pintores, estancieros, pensadores y banqueros que la recorrían, paseando sus anhelos y utopías.
Un solar, barranca al rio se dispondría como locación en el cruce de la calle Florida y Córdoba para albergar la nueva sede en el año 1911. Como resultado del concurso público para su construcción, resultó ganador el estudio de arquitectura Mallet y Dunnant.
El proyecto del arquitecto suizo Jacques Dunnant (1858-1939) y el francés Gastón Mallet (1875-1964) planteaba un recorte de la evolución de la arquitectura academicista en la ciudad de Buenos Aires. Finalmente, después de más de 4 años de construcción, la sede del Centro Naval se inauguraba en 1914.
El cuerpo del edificio de siete pisos está dispuesto sobre un lote de característica rectangular, robusto y de carácter militar. Su fachada, ejecutada por el escultor italiano Luigi Trinchero (1862-1944) está planteada en tres niveles, siguiendo la estructuración clásica que caracteriza la arquitectura francesa del siglo XIX. La base con acabado de almohadillado ornamental, un sector intermedio con medias columnas monumentales y un remate superior con buhardillas. Los dos grandes balcones-cornisa se extienden a lo largo de toda la fachada y abrazan el volumen cilíndrico esquinero respaldado por los dos cuerpos salientes que definen la terminación del edificio.
Las fachadas fueron ejecutadas en símil piedra París, destacándose la planta baja del edificio cuyo basamento descansa sobre un macizo zócalo de granito negro de Córdoba. La puerta central de acceso fue realizada por el metalúrgico italiano Luis Tiberti (1868-1942), utilizando el hierro y bronce de viejos cañones de las guerras de la Independencia, fundidos en el Arsenal Naval de Buenos Aires. Corona el portón la figura de Tritón, patrón del bote apostado sobre el portal de ingreso, sonando una caracola. Sus “panneaux” están inspirados en motivos de los salones de Versailles.
#DatoCementero:
El Centro Naval es un edificio de estilo Beaux Arts, un estilo aristocrático que se caracteriza por la simetría, por los espacios nobles con grandes entradas y escalinatas, y por la profusión de detalles arquitectónicos. En este sentido, la construcción cuenta con distintos detalles inspirados en otros edificios europeos, como el Palacio de Versalles, el Hotel de Ville en Paris, el Observatorio de París y el Palacio de Caprarola en Roma, entre otros.
El conjunto expone el nivel de calidad artística y artesanal que caracterizaba a la actividad constructora de principios del siglo XX. Notables artistas, tallistas de madera, escultores ornamentales y herreros participaron en la faena de gestar el conjunto arquitectónico exponente de la École des Beaux Arts.
Al ingresar, un amplio hall luce una destacada farola de grandes dimensiones. El majestuoso vestíbulo habilita el ingreso a la escalera imperial, que sostiene con elegancia, jerarquía y continuidad espacial a todo el edificio. Claramente domina el manejo de las superficies curvas como delimitantes espaciales y destreza orgánica del ornamento que presenta imágenes marinas, leitmotiv que se repite en todo el edificio. Tanto la puerta de hierro, la escalera imperial de mármol como la farola del vestíbulo fueron donados por el
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El gran Salón de Fumar y Salón de Socios es el “sancta sanctorum”. Acuna una suerte de escultura de faro, que se encendía cuando había presencias femeninas en el recinto, señal que indicaba guardar decoro y respeto, siendo que se trataba originalmente de un club exclusivamente para hombres.
Dos obras de arte se destacan en el salón. Se trata de dos cuadros que representan dos momentos de la Batalla de Trafalgar, “Media Noche” y “Medio Día en Trafalgar”. Las piezas forman parte de una serie de doce obras pintadas por el marinista Caballero De Martino. Diez de las mismas forman parte del tesoro artístico del Imperial Greenwich College (Escuela de Guerra Naval de Gran Bretaña). Las dos restantes que completan esa colección se lucen aquí y nunca pudieron ser adquiridas por el estado británico para completar la colección. La pinacoteca cuenta también con una obra de Quinquela Martin y varios Biggeri. Completan el recinto un elegante hogar en piedra y madera acompañado de un enorme espejo, un reloj de pie, delicada boiserie, pesados cortinados que caen sobre el parquet de cedro y livings con delicado mobiliario.
El Salón de Fiestas del segundo piso está inspirado en la Sala de «Antiques» del Museo del Louvre. Se accede por la gran escalera o los dos ascensores contiguos. Aquí destaco el diseño de estos últimos, la cabina de madera de los ascensores resulta una obra de ebanistería superlativa. El Salón de Fiestas, es sin duda, el espacio más significativo del edificio.
El Museo Naval funcionó en esta Sede como iniciativa del teniente (luego almirante) Juan P. Sáenz Valiente en el año 1892. Desde entonces funcionó en diversas instalaciones ampliando su inventario hasta que en 1942 se trasladó a Tigre donde funciona desde entonces, amalgama de hombre y mar.
La Biblioteca del Centro Naval, conocida como Sala “Capitán Ratto”, fue donada en 1913 por el empresario Miguel Mihanovich. El recinto íntegramente revestido en madera tiene una colección de 35000 volúmenes. Su misión, contribuir al conocimiento, adecuando el manejo de la documentación e información, poniendo al alcance de quienes lo soliciten una amplia gama de recursos. El material de lectura y consulta apela a intereses marítimos argentinos y la historia naval nacional y extranjera, cobija libros técnicos, diccionarios y enciclopedias que aluden al mar.
Los artefactos de los baños fueron encargados en una casa de París, traídos de Europa por el famoso buque “Pampa”. Los tapices de los sillones provienen de Bélgica y los pisos de Eslavonia.
El comedor, el Salón de Armas, utilizado para juegos y eventos, la peluquería en el subsuelo -con sillones giratorios de época-, la sastrería y la taquilla cuentan los usos y costumbres de épocas pasadas.
El edificio fue cuidadosamente restaurado en 1998 por los arquitectos Day-Scagliotti-Uriol Demarchi, obteniendo por esta puesta en valor el Premio Nacional a la mejor intervención en obras que involucren el Patrimonio Edificado.
La fachada propone una amplia multiplicidad de ricas lecturas visuales. Desde su origen fue concebido para socios y huéspedes ilustres, un museo y un centro de reuniones y fiestas. Abrazando la camaradería de sus miembros ha mantenido su idiosincrasia, con el espíritu de los jóvenes fundadores que compartían los resultados de sus experiencias exploratorias y descubrimientos a través de los océanos.
El edifico emplazado en pleno centro porteño remite el orgullo de la batalla ganada, fecundando la camaradería y la fraternidad, honrando el encuentro de quienes se empecinaron en sostener la historia del mar de nuestra querida Nación Argentina.
Fuente: Biblioteca del Centro Naval.
Fotos: Rocío Bustos.
Video y edición: Luciana Manzano.