Fuente: La Nación ~ La posibilidad de sumarse como socio a un proyecto más grande es una opción para los ahorristas más conservadores.
No son épocas para que los ahorristas puedan andar dormidos. Con una inflación del 3% mensual, tipo de cambio bajo presión y elecciones de medio término en puerta, quedarse quietos es un lujo que nadie debería permitirse.
Solo ahorrar, aunque sea en dólares, no alcanza. El ahorro hay que transformarlo en inversión, y la inversión diversificarla. En ese plan, de dividir el capital en distintas canastas, el real estate es una alternativa siempre interesante para los argentinos. La tecnología y las nuevas herramientas acercan formas más eficientes –y con mucho menos capital– que comprar un terreno, un departamento o un local comercial.
Quien invierte en real estate busca fundamentalmente preservar el valor de su dinero, ya que la propiedad en la Argentina está históricamente dolarizada, y adicionalmente generar una renta estable que ayude en el presupuesto mensual o que sirva, por ejemplo, para complementar ingresos a la hora del retiro de la etapa activa.
“El ladrillo fue y sigue siendo un refugio histórico de valor para los argentinos y hoy la tecnología nos permite bajar las barreras de entrada y democratizar el acceso. No hace falta ser un experto en finanzas, todo lo contrario”, aporta de entrada Sofía Gancedo, cofundadora y COO de Bricksave, una plataforma a través de la cual se pueden comprar ladrillos en distintas ciudades de Estados Unidos y de Europa.
A través del crowdfunding inmobiliario -una figura en la cual muchos inversores con el mismo objetivo aportan fondos para financiar un proyecto (en este caso inmobiliario)- ambos frentes pueden atacarse sin necesidad de desembolsar US$50.000 como mínimo para poner un pie en ese juego.
En esta nota, consultamos a tres referentes del sector con la premisa de buscar alternativas que generen un ingreso periódico de fondos a los inversores. Algo así como un plazo fijo, pero con base de ladrillos y capital y renta dolarizada más la propiedad como garantía. “Se está notando un crecimiento muy grande de aquellos que utilizan los productos como base de ahorro. Ante la creciente aparición de restricciones a la dolarización, queda claro que una opción de hacerlo es el crowdfunding. El ahorrista convierte los pesos a dólares sin restricción y, al mismo tiempo, le comienza a dar un rendimiento a su capital”, arranca Lucas Ketlun, gerente comercial de Sumar Inversión.
Gonzalo Abalsamo, CEO de Simplestate, también remarca el mayor interés de los inversores. “Es un modelo que brinda una solución al pequeño ahorrista y al inversor medio que necesita diversificar sus inversiones en un mercado seguro, como es el ladrillo, y a plazos muchos más cortos de lo que se pensaba”.
“En Simplestate un inversor puede invertir en diferentes proyectos con un activo dolarizado como es la propiedad. Para los que buscan un ingreso todos los meses, tenemos nuestro modelo de inversión Renta Mensual, al que se ingresa desde US$1000 o su equivalente en pesos. Es uno de los productos más exitosos, porque desde el primer mes el inversor ya empieza a cobrar una rentabilidad en dólares y además una renta final por la venta del proyecto”, explica Abalsamo.
En este caso la renta estimada es del 0,3% mensual (un 3,6% anual aproximado) y a eso se le suma la revalorización que tenga el inmueble al momento de la venta, logrando un total aproximado de 7%/8% anual. Si el inversor pone, por ejemplo, US$10.000 recibiría US$30 al mes (unos $6000 al tipo de cambio informal) más el resultado proporcional al fin del proyecto.
Otra fintech que está operando en este segmento es Sumar Inversiones. “Para el caso de inversores que estén buscando una renta periódica contamos con el pool de rentas”, adelanta Lucas Ketlun, gerente comercial de Sumar Inversión. “Se trata de una casa de diseño que se construyó en Pilará, un barrio exclusivo de Pilar, y que tiene un contrato de alquiler en dólares hasta noviembre de 2023″, avanza.
“El mínimo de inversión en esta plataforma de crowdfunding es de US$100 y puede hacerse en dólares o en su equivalente en pesos. Para esta última opción existe la posibilidad de hacerlo vía tarjeta de crédito”, dice Ketlun y cuantifica: “Quien invierte US$10.000 recibe periódicamente una suma en dólares que le deja un total de US$300 aproximadamente a lo largo del año (2,5% anual de rendimiento)”.
Los pagos de renta se hacen vía transferencia bancaria y la inversión finaliza cuando el inmueble se vende o bien cuando un inversor le vende su participación a otro.
Sofía Gancedo lidera Bricksave, otra plataforma de crowdfunding en este caso con un perfil bien internacional. “Nosotros ofrecemos dos tipos distintos de inversión, por un lado el crowdfunding o financiamiento colectivo de propiedades que tiene una barrera de entrada de solo US$1000, y por otro la posibilidad de adquirir la propiedad completa invirtiendo la totalidad del valor del inmueble”, explica Gancedo. “En cuanto al crowdfunding, los inversores acceden a una parte de una propiedad, con una renta anual neta de entre 7% y 9% en dólares, aproximadamente, y un retorno proporcional al capital invertido”, explica. “En Bricksave ofrecemos los retornos de forma mensual y a través de billeteras digitales, que funcionan las 24 horas y los 7 días de la semana”
Tiempo de diversificarse
Entre las ventajas de participar del real estate como inversor y no como dueño de una propiedad completa, la diversificación se anota como una de las más atractivas. La otra, sin dudas, es no tener que ocuparse de lidiar con inquilinos ni con reparaciones y tareas de mantenimiento.
“La diversificación es una regla básica para minimizar el riesgo de cualquier inversión. En el caso del real estate, nosotros ofrecemos opciones en distintas ciudades como Detroit, Chicago, Viena y Lisboa, por citar algunas. Somos muy cuidadosos a la hora de elegir las propiedades y su ubicación. Estamos hablando de países con muchísima estabilidad, respeto absoluto por la propiedad privada y reglas de juego muy claras a largo plazo”, aporta Gancedo. “Son economías muy fuertes que se sobreponen rápidamente a cualquier crisis. Asimismo, casi todo el portafolio de Bricksave está compuesto por propiedades residenciales y terminadas, lo cual baja más aún el riesgo, porque no son obras en construcción sujetas a una inversión que las financie. Nosotros compramos la propiedad y luego la ponemos a disposición de los inversores, ya sea en formato crowdfunding o para venta completa”.
Abalsamo, de Simplestate pone sobre la mesa un dato que define al nuevo tipo de inversores: “Hoy en día quien invierte en real estate no es el inversor tradicional, que busca quedarse con parte del inmueble. La nueva generación de inversores, que nunca invirtieron antes o lo hacen en cripto o plazo fijo esperando una rentabilidad a corto plazo, ven en el real estate una nueva herramienta financiera”. Además de Renta Mensual, Simplestate comercializa otros dos modelos de inversión: Liquidez Garantizada, el inversor obtiene rentabilidad en pesos o en dólares y puede retirar su inversión cuando lo necesite, y Renta Final, “el modelo más tradicional, en el que se invierte en un proyecto y la rentabilidad llega al finalizar dicho proyecto, con el distintivo de que los plazos son a corto y mediano plazo”.
De acuerdo a una encuesta realizada por Simplestate, el 65% de los inversores en crowdfunding inmobiliario en el país son hombres, mientras que el restante 35% son mujeres. “Hasta hace no muchos años, las finanzas de los hogares y las decisiones de inversión eran casi exclusivamente de los hombres. Hoy en día, en cambio, se democratizó mucho y plataformas como la nuestra potencian y facilitan la inclusión de todos en las inversiones y el mundo inmobiliario. Por eso vemos que, si bien todavía falta, que ya un 35% de las personas que invierten en proyectos inmobiliarios sean mujeres es un gran avance”, explica Gonzalo Abalsamo, uno de los fundadores y CEO de Simplestate.
Respecto de las edades, es el rango de entre 25 a 34 años el que más invierte en crowdfunding inmobiliario, con un 32% total, seguido por las personas entre 35 a 44 años con un 27% y los de 45 a 54 años con un 22%. El resto está dividido entre los 55 a 64 años (10%), menores de 25 años (5%) y mayores de 65 (3%). Un punto interesante a destacar es que la diferencia de género entre los inversores cambia enormemente según el rango etario. “Lo que notamos es que a medida que aumenta la edad, también se incrementa el porcentaje de mujeres que invierte”, cuenta Abalsamo.