Fuente: La Nación ~ Compulsión por las alturas, vocación sustentable y tendencia hacia las megaestructuras en el corazón de Dubai, la lujosa ciudad de los Emiratos Árabes. Alejandro Stochetti nació en Lomas de Zamora y se crió en una casa sencilla de Burzaco que todavía conserva la mesa de dibujo construida con descartes y los ventiladores armados con restos de una computadora vieja. Reciclar, recuperar y reusar fueron las tres R que guiaron desde chiquito a Stochetti, el arquitecto argentino que desde 2001 vive en Chicago y vuelve al barrio cada vez que puede.
Egresado de la Universidad de Buenos Aires, hoy es uno de los autores de la torre más alta del mundo: la Burj Khalifa, en Dubai, con 828 metros, desarrollada junto al estudio SOM (Skidmore Owings & Merrill). Y desde el estudio Adrian Smith + Gordon Gill Architecture trabaja como director de diseño de una nueva criatura, a casi 1000 metros sobre el Mar Rojo en Yeda, Arabia Saudita. Se trata de la Jheda Tower, una bestia geométrica que trepará hacia un nuevo récord y esconde un secreto porteño en su piel de vidrio y hormigón. “Maximizar las vistas para producir la experiencia teatral aplicada en la restauración del Teatro Ópera fue el punto de partida”, revela el arquitecto. La renovación del teatro de la calle Corrientes fue uno de sus primeros trabajos, cuando integró el estudio Roberts Gilardi, en 1998. “El objetivo fue cambiar la inclinación de las butacas para abrir las visuales. La torre tiene la misma lógica. La clave es que desde todas las unidades se aprecie una vista limpia de la torre vecina a través de vidrios inclinados, dispositivos que funcionan como miradores, generan balcones y minimizan las radiaciones solares”, señala Alejandro.
Otra de las marcas de su infancia que le quedaron grabadas fueron los viajes en auto por toda la Argentina. Del mar a la montaña, las sierras y la llanura pampeana, a Stochetti le llamaba la atención el impacto en el medio ambiente. “Paisajes secos y áridos al Norte, vientos intensos al Sur. La falta de agua en un lugar y el excedente de energía eólica en la otra punta determinaron mi línea de trabajo: cómo mover los recursos de un lado a otro y reducir el impacto del hombre en la Naturaleza”, señala el arquitecto, desde el jardín de su casa del barrio Old Town de Chicago, donde vive con María Laura, su esposa argentina y sus hijos Agustina, Clara y Lorenzo.
La arquitectura sustentable guía desde entonces los proyectos de Stochetti, que además de la torre de Las Vegas y el masterplan del Centro de Convenciones y Exposiciones de Suzhou, en China, desarrolló la Expo Astana de 2017, un ícono futurista de Kazajistán cuyos edificios públicos resuelven problemáticas de energías renovables. Cuando el próximo 20 de octubre se abran las puertas de la Expo 2020 Dubai, el arquitecto que viajaba 3 horas para cursar en Ciudad Universitaria y volvía a su casa de madrugada, cortará la cinta de Al Wasl Plaza, un oasis natural en el desierto. Este jardín protegido por una cúpula transparente funcionará como punto de encuentro de la plataforma universal de innovación, tecnología y negocios que ocupará un predio de 438 hectáreas y alojará 192 pabellones nacionales.
Y cuando seis meses después termine el evento, la plaza se transformará en la pieza central del nuevo distrito urbano. “En mi vida el contacto con la Naturaleza es fundamental. No teníamos presupuesto para hoteles, por eso siempre acampábamos. Aprendí a resolver muchas cosas con las manos, desde cuestiones mecánicas hasta eléctricas. Eso le debo a mi papá, maestro mayor de obras. Y a mi mamá, profesora de inglés, por las clases que me daba durante los veranos”, dice Stochetti.
El calor arrasador de Qatar funcionó como disparador para el boceto de este jardín urbano. “Para brindar un mayor confort térmico y proteger la vegetación busqué una analogía con la arpillera. Una malla textil de nombre Etfe, resistente al calor, la corrosión y los rayos UV gracias a su composición que incluye fibra de vidrio”. Por la noche, está cubierta térmica se transformará en una megapantalla de proyecciones 360°, una invitación a experiencias inmersivas que se verán desde las autopistas. Con 200 proyectores de alta tecnología encapsulados en la malla las imágenes de producciones artísticas atraerán la mirada desde todos los ángulos.
El tema de las cubiertas y espacios que convocan a reunirse no es nuevo. A punto de recibirse, Alejandro recibió el primer encargo de una vecina. “Querían extender el garaje para guardar el segundo auto. Hice unos bocetos sobre una propuesta transparente. Y es el día de hoy que ese lugar es el elegido para festejar cumpleaños y encuentros, lleno de luz y plantas. El auto sigue durmiendo afuera, pero la satisfacción es enorme”, plantea el arquitecto argentino, un apasionado por dotar de verde los espacios interiores con recursos innovadores.