Fuente: Clarín – Ampliar los espacios laborales tradicionalmente desempeñados por hombres achicaría la brecha salarial entre géneros.
En todos los ámbitos laborales vivimos un periodo de transición; la participación de las mujeres en las distintas ramas de la industria es cada vez mayor, con la modificación consiguiente de los porcentajes de las nóminas de personal, en los directorios de las empresas y en los roles de liderazgo.
No obstante, según el Indec, existe una brecha promedio de inserción laboral del 21 % entre hombres y mujeres (y no hay información sobre otros géneros). En la misma línea, entre aquellas personas que tienen trabajo remunerado, existe una brecha salarial promedio del 29 %.
Esta diferencia se agrava cuando se desagrega la variable trabajadores sin calificación, que alcanza a una diferencia del 35,7 % en los ingresos de unas y otros.
Los porcentajes de mujeres en las industrias masculinizadas suben, aunque todavía a paso lento. Continuar ampliando los espacios laborales que tradicionalmente estuvieron desempeñados por hombres ayudaría al achicamiento de la brecha salarial entre géneros.
Igualdad de género en la construcción
La industria de la construcción también avanza hacia la igualdad de género, producto de esfuerzos realizados desde distintos sectores públicos y privados. Organizaciones de la sociedad civil, sindicatos y el Estado, están trabajando en diversas iniciativas para incluir mujeres y diversidades en este ámbito, tradicionalmente masculinizado. «Albañilería, cosa de mujeres», el grupo que creó una vecina de Hurlingham.
Sin embargo, la inserción femenina en la rama de la construcción es de apenas el 6,8 %. Durante 2021 se registraron un total de 26.049 mujeres en puestos de empresas privadas de construcción, frente a un total de 352.755 varones. (Datos del Centro de Estudios de la Producción del Ministerio de Economía).
Aumentar esta participación ayudaría a disminuir estas asimetrías, ya que la industria de la construcción brinda mejores salarios y proyección de crecimiento; así como la posibilidad de realizar trabajo de manera autónoma, el derecho a la protección social, a redes de sociabilidad y al reconocimiento social de las actividades que realizan.
En este sector, las mujeres suelen estar en puestos administrativos, contables y maestranza; y hay avances en relación a la inclusión, en los últimos años, de más técnicas y profesionales que se incorporan al rubro.
Encarar una verdadera transformación hacia una industria de la construcción más inclusiva y diversa requiere acciones a corto, mediano y largo plazo. El cambio implica aspectos laborales, formativos y culturales.
Derribar mitos y estereotipos
Es necesario eliminar las barreras que dificultan el ingreso al sector, convocar y concientizar a las empresas, derribar mitos sobre los estereotipos y las expectativas de las capacidades y posibilidades de mujeres y varones, adecuar la infraestructura, sensibilizar a los trabajadores para generar ámbitos adecuados que garanticen las condiciones para su inserción y permanencia.
Hasta el momento, hubo avances por parte del Estado Nacional: desde la Secretaría de Desarrollo Productivo del Ministerio de Economía existen programas que alientan la incorporación de mujeres y de una perspectiva de género en empresas masculinizadas. Chicas albañiles trabajando en Rosario.
Desde el mismo Ministerio, también se investigan y promueven propuestas de reducción de desigualdades. Recientemente, se lanzó el Programa Constructoras, impulsado desde el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, Ministerio de Obras Públicas y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, que surge de experiencias exitosas en La Rioja y San Luis.
Organizaciones como la Uocra Mujeres y la Cámara Argentina de la Construcción tienen sus propias áreas de género y trabajan en la adecuación de normas basadas en el Convenio 190 de la OIT sobre la prevención de la violencia y acosos en el ámbito laboral.
Por su parte, las organizaciones sociales instaladas en barrios populares convocan a mujeres que buscan una salida laboral alternativa. Existen cooperativas de mujeres que articulan con el Estado y con el sector privado, capacitan en oficios y realizan prácticas en obra.
También se crearon foros y grupos de whatsapp de mujeres en la construcción en donde se comunican convocatorias, información relevante, búsquedas laborales. Allí participan arquitectas, jefas de obra, organizaciones de apoyo y trabajadoras de oficio.
Es necesario que estas iniciativas se repliquen en el sector privado. El sector de pequeñas y medianas empresas tiene un enorme potencial de contratación; tienen la capacidad de absorber paulatinamente a mujeres y contener el espacio laboral. Alberto Fernández cerró una reunión para el impulso del programa Constructoras. Foto: Presidencia
Cada vez hay más evidencia de que la incorporación de mujeres a ámbitos laborales masculinizados repercute en beneficios para las empresas que lo abordan, a corto y largo plazo.
Dentro del primer grupo de impactos, con la incorporación de candidatas podrían cubrirse una cantidad de puestos en los que hoy hay una vacancia, según el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, también se observan resultados positivos.
Entre ellos, la reducción de la rotación de personal y las tasas de ausentismo; la diversidad de habilidades promueve la elaboración de respuestas más resolutivas e innovadoras y, por lo tanto, potencia la calidad del trabajo sumando a estas ventajas comparativas, la de viabilizar la receptividad y la postulación de estos grupos sociales para generar población económicamente activa e independiente.
Encuentro con distintos sectores
Bajo estas consignas, el 16 de mayo pasado, el Estudio Sharovsky Hojman Hojman (que integro junto con mis hijas, también arquitectas) convocó a un encuentro en el que participaron representantes de distintos sectores de la sociedad relacionados con la industria de la construcción.
En este primero de una serie de encuentros, asistieron más de 30 participantes, entre representantes de empresas que empujan una agenda de género e inclusión de mujeres, referentes de organizaciones sociales que capacitan mujeres y diversidades en oficios, arquitectas independientes y funcionarias públicas.
Entre ellas, la Fundación Bercomat, la Cooperativa Mujeres en Obra, la Asociación Civil Mujeres a la Obra, las empresas Grupo Mitre (con experiencia en la contratación de mujeres en el área de demolición) y Ascensores Grupo Canabal, entre otras.
El objetivo es encontrar los puntos en común para lograr fortalecer el entramado de oferta y demanda laboral, formación e incentivos, a fin de que más mujeres se inserten en la industria de la construcción y en las áreas relacionadas a la cadena productiva.
En las próximas convocatorias reforzaremos una red de PyMEs que estén interesadas en recorrer este camino para multiplicar oportunidades para todas.