Fuente: iProfesional ~ El clima político y la incertidumbre económica minaron la compraventa mientras que se redujo la oferta de alquileres. ¿De qué viven los comercializadores?
Las inmobiliarias atraviesan su peor momento histórico y en el ámbito de la comercialización se multiplica la preocupación a partir de un contexto político que desalienta la inversión en ladrillos. Los actores de la compraventa acumulan 4 años de resultados negativos y, a excepción de aquellos emprendimientos que además de administrar alquileres y fideicomisos participan en las operaciones en «boca de pozo», la mayoría atraviesa un freno en los ingresos a partir de las transacciones reducidas y la merma potente que sufren las adquisiciones.
En ese ámbito las entidades reconocen que las inmobiliarias familiares o unipersonales son las que se están llevando la peor parte. En algunos casos, con reducción del ya acotado personal con el que funcionan. En otro, dejando de operar en el formato de local comercial para, en cambio, concentrar las operaciones desde hogares y redes sociales.
«Estamos atravesando el peor momento de la historia, de eso no hay dudas. Llevamos 4 años de una actividad en descenso. Desde el último año del macrismo a esta parte las operaciones han ido en descenso», dijo a iProfesional Marta Liotto, presidenta de CUCICBA, la entidad que integra a los corredores porteños.
«Si bien en estas últimas semanas las consultas habían comenzado a resurgir, el conflicto político que se desató tras el dictamen del fiscal Diego Luciani sobre la vicepresidenta volvió a silenciar los teléfonos. Lamentablemente, la mayoría de las inmobiliarias están haciendo malabares para seguir en pie», agregó.
Las inmobiliarias padecen la falta de inversiones
A tono con esto, y tras una consulta reciente de iProfesional, expertos como José Rozados, CEO de Reporte Inmobiliario, pronosticaron una profundización en la falta de nuevas inversiones a partir del clima político y social.
«El contexto de inestabilidad macroeconómica en Argentina, así como su incertidumbre socioeconómica y la conflictividad política, aleja inversiones no sólo provenientes del exterior. También provoca la emigración del capital de los argentinos«, dijo el especialista.
La ley de alquileres redujo la oferta, un pilar clave de la actividad inmobiliaria.
«El mercado inmobiliario seguirá reducido a un mercado marginal por uso. En los últimos tres años y medios el escenario se limitó a operaciones para usuario final con fines de recambio. Desde 2019 el inversor es un actor que ha desaparecido. El tamaño del mercado está reducido a la mínima expresión y en este contexto no pueden esperarse grandes cambios, mucho menos para mejor», añadió.
Liotto remarcó que la situación gubernamental es el principal obstáculo que enfrenta una actividad que, mayormente en el último bienio, no ha hecho más que promover precios por demás de oportunos.
«Los valores están en su mejor momento. El dólar se mantiene y estamos hablando de varias zonas de la Ciudad que se publicitan con inmuebles que cuestan hasta un 30 por ciento menos que hace dos años. Esa baja transversal choca con un momento político que alienta la incertidumbre. Estamos en una instancia de oportunidad histórica para las operaciones inmobiliarias que se perderá por la falta de estabilidad política», expresó.
Sin operaciones, las inmobiliarias apenas subsisten
En cuanto al presente de las inmobiliarias, la directiva señaló que «las que viene sorteando de mejor forma la crisis del sector comprenden a aquellas grandes que tienen vínculos con el desarrollo y, también, las medianas que participan de la administración de alquileres».
«En el sector existen tres tipos de, justamente, inmobiliarias. Las grandes, con un número amplio de sucursales y participación en la venta de pozo y los fideicomisos, las medianas, que también venden en ‘boca de pozo’ y administran alquileres, y luego las familiares y las unipersonales», detalló.
«Las grandes, a partir de este contexto, han ido reduciendo personal pero tienen más espalda que otras inmobiliarias. Las medianas, que representan el 45 por ciento de los emprendimientos funcionando en Capital Federal, tomaron la misma decisión y tienen en la renovación de alquileres a su principal fuente de ingreso. Por la ley se redujo la oferta, por lo que casi no se está generando nuevos contratos. Las ventas ocurren a cuentagotas, a veces se da una cada tres meses», dijo.
Pese a la baja de precios la demanda sigue pisada por el contexto económico y político.
Liotto comentó que el achique de personal y presencia comercial se viene dando en el nicho de las inmobiliarias familiares y unipersonales.
«Las inmobiliarias que de pronto tenían secretarias, bueno, ya no las tienen. El matriculado es corredor, tasa, alquila, hace todo. En las unipersonales, muchos ya trabajan desde sus casas. Si bien la forma de comercialización cambió por efecto de tecnologías como las redes sociales, la falta de operaciones aceleró la necesidad de reducir al máximo el nivel de gastos», concluyó.