Fuente: La Nación – Las razones por las que los robots todavía no edifican nuestras casas y oficinas son más complejas de lo que parece a simple vista; pero eso podría estar a punto de cambiar (y muy rápidamente)
Mientras algunos sectores productivos avanzan sin cesar hacia conceptos como la industria 4.0, caracterizada por la introducción de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la robótica, Internet de las Cosas (IoT), la impresión 3D y la realidad aumentada, la industria de la construcción lleva un ritmo mucho más lento.
“No es un tema netamente tecnológico, sino de procesos. En muchos casos las constructoras se manejan como hace 40 años, y los cambios que se han producido fueron impulsados por la evolución de los materiales de construcción”, analiza Emilio Giménez, socio de BCI Consulting, que hace transformación digital en varias industrias, entre ellas la de la construcción.
El entrevistado compara qué sucede en otros sectores. “Como dice el refrán, ‘la repetición es lo que hace al maestro’. De esta manera, mientras que, por ejemplo, los programadores avanzan en su nivel de seniority más rápido que los albañiles, porque hay procesos escritos y conocimiento aplicado, en albañilería no hay manuales de procedimiento ni formas de evaluaciones estandarizadas. Cada obra obliga a ‘reinventar la rueda’, y esto juega en contra de la innovación –analiza el ejecutivo, y agrega–: Dicho esto, la parte más tecnologizada es la que está en la fase de comercialización, de cara al cliente final. En muchos casos se usa realidad virtual para visitar las unidades. Del mismo modo, un inversor de pozo podría ir viendo cuán avanzada está la obra. O sea, las tecnologías existen, pero para que sea exitoso hay que eliminar las numerosas ineficiencias que existen en la construcción”.
Un informe de la empresa de inteligencia del mercado Omdia declaraba que la construcción estaba “lista para la disrupción” debido a su historial de subdesarrollo tecnológico, y predecía que la compra de robots de construcción se multiplicará por diez desde 2019 a 2025. Por otra parte, una encuesta mundial llevada a cabo por la consultora Oxford Economics indica que el 81% de estas empresas introducirán o aumentarán el uso de robótica y automatización en la próxima década. Y que las constructoras que pican en punta están en Estados Unidos, China e India.
La renuencia de la industria a adoptar nuevas tecnologías se basa en algo más que en la falta de ganas de invertir; las máquinas que están alineadas con la automatización son costosas y requieren un período prolongado antes de ofrecer una rentabilidad satisfactoria. “Dada la naturaleza descentralizada del sector y el predominio de las pequeñas y medianas empresas, pocos propietarios tienen la capacidad financiera para comprar robots, cuyos beneficios se ven a muy largo plazo”, explica Giménez. Por otra parte, si bien los grandes contratistas pueden tener más presupuesto disponible, los subcontratistas emplean a la mayor parte de la fuerza laboral. Es decir que hay pocos motivos para que una empresa bien capitalizada invierta en una tecnología que, en última instancia, beneficiará a otra empresa más pequeña.
Así las cosas, la punta de lanza dentro del sector vendrá del área de comercialización. “Mientras tanto, para que la robótica y la automatización crezcan en las constructoras del país es necesario avanzar en crear procesos repetitivos, que es lo que falta en este sector –concluye Giménez, e ilustra–: Ninguna empresa de la construcción en Argentina me ha mencionado la robotización, algo que sí converso con clientes del sector automotriz, farmacia y retail”.
Las fuentes indican que los materiales terminarán dictando las innovaciones, así como también marcarán el ritmo de la modernización de los procesos, y no la industria en sí misma de motu proprio. Con todo, en un plazo que todavía desconocemos, la adopción podría en este rubro producirse, de ocurrir, muy rápidamente.