La curiosa historia de la casa del arquitecto Broggi, una de las joyas arquitectónicas de Recoleta

Fuente: iProfesional ~ El arquitecto encontró un terreno muy atractivo en las famosas «cinco esquinas» del barrio de Recoleta y decidió construir allí su residencia.

Febo asomaba siempre por las ventanas de la casa del arquitecto Luis A. Broggi, sobre la avenida Callao, enfrente de la plaza Rodríguez Peña. Pero ese no era el único encanto de la zona a comienzos del siglo XX. En aquel tiempo, la avenida era un pintoresco camino bordeado por casas de una planta –la del arquitecto tenía tres– y el particular aroma de durazneros y naranjos, sobrevivientes de las antiguas quintas.

En la primera década del 1900 hizo su aparición el tranvía eléctrico. El cableado y los postes instalados a lo largo de Callao modificaron el paisaje. Pero lo que sacudió la paz del arquitecto Broggi –creador del edificio de La Inmobiliaria (Avenida de Mayo al 1400) y la iglesia San Agustín (Las Heras al 2500), el petit hotel de Suipacha 860 y los edificios de Arenales 1407, Montevideo 1759, Charcas 984, Esmeralda 1058, Paraguay 772, Córdoba 2429 y de Las Heras esquina Callao, entre otros– fue una descomunal edificación de seis pisos que le construyeron al lado de su casa. La luz del sol dejó de ser omnipresente: ahora pedía permiso para colarse en algunos espacios.

Resuelto a huir de las incipientes tinieblas, Broggi partió en busca de nuevos horizontes. Encontró un terreno muy atractivo, también en Recoleta, en las famosas Cinco Esquinas de Libertad, Juncal y Quintana, donde Manuel Belgrano pasó los veranos de su infancia, ya que el padre (Domingo Belgrano) tuvo su quinta en ese mismo sitio hasta 1801.

En la proa de la manzana, mirando al este, Broggi construyó su residencia. La ventaja del terreno triangular le otorgó al edificio la añorada luminosidad. Otra característica destacable fue el empleo de materiales nobles, es decir, nada de sustitutos. Eso era poco habitual en casas cuyas dimensiones estaban lejos de alcanzar la majestuosidad de los palacios y casonas de Buenos Aires. Las fachadas fueron revestidas de granito de Baveno, mármol de Venecia y cerámica de Estrasburgo.

Para evitar futuros obstáculos, tanto lumínicos como estéticos, el arquitecto también proyectó las casas aledañas. La casa del arquitecto BroggiLa casa del arquitecto Broggi

La residencia mantiene su entrada por la calle Juncal. Pasando el frontis aún surgen entrelazadas las siglas del arquitecto nacido en Varese: «LAB». Allí, según el diseño original, se optaba: a mano izquierda, el acceso al amplio garaje y la entrada de servicio; a mano derecha, el gran hall para pasar al escritorio, el comedor diario y, más al fondo, la cocina. Un pequeño jardín ocupaba el ápice formado por la unión de Juncal y Quintana. En los tres pisos superiores, los cuartos con sus respectivos baños. En el hall de ingreso se destacaba una estatua de Hebe, personificación griega de la juventud, construida a partir de una compacta roca de mármol. Las columnas y pilastras fueron hechas en mármol y ónix. Las escaleras, en roble.

Broggi no disfrutó de su casa muchos años 

Broggi, quien obtuvo el Primer Premio del Concurso Municipal de Fachadas de 1914 por su casa en Cinco Esquinas, no la disfrutó muchos años: en la década de 1920 la ocupaba su segundo propietario, el doctor Sylla Monsegur, mientras que el hacedor se mudó a Paraguay y Uruguay.

En los años 20, el mundo de la arquitectura local contaba con un buen número de obras arquitectónicas concebidas por argentinos y extranjeros. Además de Broggi, mencionamos a Mario Palanti, Andrés Kálnay, Ángel Guido, Martín Noel, Alejandro Bustillo, Eduardo Lanús, Jorge Bunge, Alejandro Christophersen y Luis Comastri.

Las «máximas del arquitecto»

Para ese tiempo, existían en Buenos Aires varias revistas especializadas en arquitectura. Por lo general, eran publicaciones que se vendían por suscripción. Entre las más populares, figuraba la Revista de Arquitectura, que en su número de abril de 1927 publicó las «Máximas del arquitecto», cuyo contenido —actualizado en sus términos para mejor comprensión—, era el siguiente: Este es uno de los edificios diseñados por Luis A BroggiEste es uno de los edificios diseñados por Luis Broggi

1.- La primera obra es la más difícil de conseguir.

2.- Después, la mayor parte de los encargos vienen sin que los hayamos solicitado.

3.- Los primeros mil pesos son los más difíciles de ahorrar.

4.- El mayor placer es tener con que abonar nuestras cuentas sin demora.

5.- Tratá el dinero del cliente como si fuera el tuyo.

6.- Aunque se pierda una obra aconsejando no hacerla por ser inoportuna ese cliente te hará recuperar con creces lo perdido.

7.- El mejor promotor de tu reputación es el cliente a quien has dejado satisfecho.

8.- No desdeñes el consejo del más insignificante de tus colaboradores. A veces, una indicación de un capataz te salvará de más de un dolor de cabeza.

9.- Aprovechá las indicaciones de la señora de tu cliente. Generalmente son buenas. Y si no, ella será la que defienda el error ante los ojos de los demás.

10.- No digas de antemano que tal cosa no debe o no puede hacerse. A menudo lo que aparentemente parece un absurdo, resulta después de estudiarlo una gran idea.

11.- Más de una excelente solución proviene de una casualidad. LaLa iglesia San Agustín es obra del arquitecto Broggi

12.- Evitá cualquier combinación que no sea correcta. Tarde o temprano sufrirás las consecuencias.

13.- Un acto incorrecto podrá ser secreto para los demás. Pero no para vos, que perderás lo principal: tu propia estimación.

14.- No desprecies a un colega porque carezca de talento; ya bastante tiene con debatirse en la vida peleando con una escoba contra los tanques y las ametralladoras.

15.- Si con maniobras inconfesables tu colega te birla un trabajo, piensa que cosechará su merecido castigo con tu desprecio y el de los demás compañeros.

16.- Cuando busques un socio, trata de que pueda serte realmente útil, de lo contrario te resultará un empleado muy caro. Te puede interesar

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Quizás, estas máximas del arquitecto hayan sido enmarcadas y decoraron en las paredes, junto a las mesas de dibujo de los atareados profesionales de 1927.

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