Fuente: Clarín – El proyecto entró en 2019 en concurso de acreedores y nunca se completó.Un grupo inversor local se quedó con una parte y renegoció la mayoría de la deuda.Busca darle una nueva vida alquilando los locales vacíos y ampliando la construcción existente.
Un grupo inversor local constituido por desarrolladores y un exfutbolista se quedó con una parte del complejo Alrío de Vicente López, ubicadoen Avenida del Libertador a metros del la General Paz, que hace cinco años entró en el mayor concurso de acreedores de real estate de la historia argentina.
El proyecto inmobiliario perteneciente a Ribera Desarrollos, la sociedad constructora del empresario Carlos de Narváez, se lanzó en 2010 como un desarrollo urbano de usos mixtos de 16.000 hectáreas en “un entorno natural único” e iba a estar compuesto por un shopping de primera categoría, un polo gastronómico, zonas de ocio, oficinas corporativas y dos torres de residencias con una inversión prevista de US$ 300 millones.
Pero quedó a medio hacer, con el centro comercial y la segunda torre de viviendas que no se edificaron, y locales que nunca se alquilaron. Tras la devaluación de 2018, en 2019 Ribera Desarrollos se presentó a la Justicia para negociar una deuda verificada cercana a US$ 150 millones con acreedores corporativos e individuales, según consta en el expediente 00014/2019 radicado en la Cámara Comercial.
Renegoció parte del pasivo y lo bajó a US$ 120 millones. Uno de los acreedores con los que acordó fue Creaurban, constructora de la familia de Marcelo Mindlin, presidente de Pampa Energía, que iba a encarar la segunda torre que no llegó a erigirse.Ribera Desarrollos lanzó el proyecto del complejo Alrío en 2010.
Interesados en darle vida al predio, en 2022 un grupo de desarrolladores se unió para reactivar el espacio. Walter Román, César Escandarani y el exfutbolista Damián Manusovich, ahora periodista y socio de Maja Desarrollos, hicieron una propuesta de compra de los créditos a cambio de obtener el derecho de ejecución de la unidad funcional 2, lo que fue aprobado recientemente por la Justicia. Es decir, adquirieron parte de la deuda para quedarse con el principal activo del complejo.
El área incluye el subsuelo con 300 cocheras, el nivel de la planta baja donde se encuentra Kansas, el piso de arriba que ocupa Johnny B. Good y el salón de eventos El Cubo, uno de los más importantes del país por su tamaño. También manejarán una parte de la unidad funcional 3, correspondiente a la tienda de Sodimac. Queda afuera el espacio que ocupa Carrefour, la redacción del diario La Nación y locales como Le Pain Quotidien.
“Fue un proceso largo de 16 meses, al tratarse de activos en proceso concursal. Habrá dos etapas: una de puesta en valor del inmueble y otra de construcción. Podemos sumar 27.000 metros cuadrados. Ahora que tomamos posesión de la propiedad, evaluamos cuál es el mejor mix”, anticipó Escandarani, managing partner de la alianza de desarrolladores, con experiencia en proyectos en Uruguay y Nueva York.
https://73d347844f116cf42465aad0e8e503d7.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.htmlLos nuevos dueños buscan sumar restaurantes y traer marcas del exterior.
El empresario le anticipó a Clarín que la idea es alquilar los locales vacíos del piso donde está Johnny B. Good y expandir la oferta comercial con más restaurantes. Analizan traer marcas extranjeras apalancándose en la expertise de Abridor, grupo gastronómico del que Manusovich es socio y maneja la confitería remodelada del Ecoparque Águila Pabellón, la panadería sin gluten La Unión Gluten Free, la pizzería Pontoni y el bar Divino, entre otros.
“Se negoció el 94% de la deuda con los 12 acreedores más grandes. Entre ellos, se acordó con HSBC, Mercado Libre, Mercantil Andina, Cohen y Zúrich. El concurso sigue y quedan aproximadamente 50 acreedores atomizados”, detalló Ariel Di Bártolo, socio del Estudio Lorente & López, que asesoró a los desarrolladores, y aclaró que no se compró la firma concursada. En ese sentido, Rivera Desarrollos conserva la torre de residencias con cerca de 400 departamentos que falta escriturar y unas cocheras.
Sobre la decisión de la apuesta, Escandarani reconoció la complejidad del proceso, pero enfatizó en sus ventajas: “Al estar situado en una de las esquinas más estratégicas, en Avenida del Libertador y Cruz, está ubicado en un punto neurálgico de conexión con rápido acceso a la General Paz, y es una prolongación del corredor norte”.