Fuente: Diario Río Negro ~ El exYPF, Petrobras y Pecom, Gustavo Mas, asumió su nuevo cargo dentro de la compañía. Anteriormente estuvo a cargo del desarrollo de negocios en el sector del gas y petróleo.
La empresa argentina Milicic, con más de 40 años de experiencia en el sector, anunció recientemente que designó a Gustavo Mas como su nuevo gerente comercial en remplazo de Federico Lufft, que continuará como vicepresidente del directorio. Lo confirmó la firma a través de un comunicado oficial.
“Estamos convencidos del dinamismo y de la visión estratégica que aportará Gustavo en su nuevo rol, sumando así a la solidez y trayectoria de Milicic. Su experiencia y perspectiva serán claves para abordar los desafíos futuros que asumimos para continuar creciendo en Argentina y la región”, expresó la gerenta general de la firma, María de los Ángeles Milicic.
Gustavo Más ingresó a Milicic el año pasado como gerente de Desarrollo de Negocios de Oil&Gas. Su incorporación coincidió con una etapa en la que la empresa asumió el desafío de impulsar el desarrollo de nuevos negocios de manera sostenida. Desde su nuevo rol, será responsable de consolidar y afianzar las actividades de la firma en los diversos segmentos, evaluar varios los mercados, buscar nuevas oportunidades de negocio y desarrollar servicios de acuerdo con la estrategia de la compañía.
Mas es un ejecutivo con más de 30 años de experiencia y una vasta trayectoria en posiciones gerenciales y de dirección en Argentina y Latinoamérica. En el grupo Pecom, se desempeñó como gerente Financiero en Pecom Agra, gerente de Planeamiento y Control Corporativo y gerente de Planificación y Nuevos Negocios en Venezuela.
Inició su carrera regional en Petrobras como director Financiero en Bolivia. En Petrobras Colombia, ocupó la posición de gerente de Proyectos América Latina y Gerente de Operación y Comercialización. Antes de incorporarse a Milicic S.A., dirigió la estrategia comercial y el desarrollo de nuevos negocios como gerente Comercial en AESA, empresa del grupo YPF.
Fuente: Página12 ~ Al frente de la reconstrucción de la Universidad de Lanús y de los nuevos edificios de la Arturo Jauretche, el premiado arquitecto destaca el diseño de las nuevas casas de estudio del conurbano y remarca la importancia de pensar espacios que respondan a las necesidades de cada comunidad.
Jorge Moscato, el arquitecto que dirigió la reconstrucción de la Universidad Nacional de Lanús (UNLA) y la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), hoy tiene a su cargo la tarea de recuperación y construcción del nuevo Departamento de Ciencias de la Salud de la UNAJ, una obra que estará terminada en abril de 2022 y que forma parte del Programa Nacional de Infraestructura Universitaria, que impulsa la edificación de 73 nuevas obras en 48 universidades públicas de todo el país.
Nacido en el primer peronismo y criado en el conurbano bonaerense, Moscato se formó en la educación pública, primero como estudiante y luego como docente universitario. Hoy se declara defensor de las banderas de la movilidad social ascendente y se define como “un hijo de la cultura del peronismo”.
El arquitecto que está al frente del premiado estudio Moscato – Schere y que forma parte de la corriente arquitectónica “Los Nac&Pop”, lleva una vida atravesada por la arquitectura: partiendo desde el diseño de su primera casa, que se la construyó a su padre cuando recién cursaba el cuarto año de la carrera; hasta la actualidad, con la construcción de una nueva obra en la UNAJ junto a sus hijos, Joaquín y Agustín, que están destinados a continuar su legado porque, según enfatizó Moscato, “construir una universidad es una tarea de una generación”.
En diálogo con el Suplemento Universidad, compartió su pasión por la arquitectura en una charla que, al igual que su vida, estuvo atravesada por las aulas de la educación pública, la cultura del conurbano y la voluntad propia de la política.
– ¿Qué particularidades tiene la construcción de una universidad pública?
– Las universidades en Argentina se hacen al revés que en el resto del planeta: acá se crea una universidad y, de pronto, aparecen 5.000 alumnos y la universidad solo tiene cinco aulas. Siempre sucede que ya está todo el mundo preparado para estudiar y el edificio recién llega cuando ya hay tipos que están por la mitad de la carrera o que están graduándose. Entonces, el principal tema es producir una arquitectura muy educadora, una arquitectura que le dice a la gente que esto es una universidad pública, que esto es importante, que tiene un rol institucional esa arquitectura, pero lo real es que esa arquitectura llega después que los alumnos.
– ¿Cómo definiría a la arquitectura de las universidades más nuevas?
– Son muy sencillas y prestan un servicio excepcional.
En mi opinión, la arquitectura de las universidades del conurbano es de la mejor que hay. Es una arquitectura siempre excelente, pero que cuida mucho los recursos. No tiene las posibilidades de hacer universidades de lujo. La obra en la periferia es básica y no tiene firuletes, solo tiene nada más que lo esencial. A mí me ha tocado hacer dos universidades: la de Lanús y la Arturo Jauretche. Y la obra es básica. Es como si pasara por el túnel del viento. Si agrego un parasol que no corresponde, se lo lleva el viento y lo pierde. Se lo lleva el viento económico, digamos.
Su última intervención
El nuevo edificio del Instituto de Ciencias de la Salud de la UNAJ, ubicado en el predio de la Avenida Calchaquí, constará de 996 metros cuadrados conformados por siete aulas, con una capacidad estimada de 30 alumnos cada una, que permitirá ubicar a 630 estudiantes de las carreras de Medicina, Bioquímica, Enfermería, Organización y Asistencia de Quirófanos, Kinesiología y Fisiatría. Además, se construirán dos laboratorios para albergar a 96 alumnos por cada turno y un salón auditorio con una capacidad para 80 personas. Se estima que esta obra, que comenzó el 7 de junio, se concretará en abril de 2022, luego de trece meses de trabajo.
“Es un edificio importante, que no tiene límites. La fachada tiene unos parasoles inclinados, después viene el patio, en la parte de atrás queda el laboratorio, y después termina con una especie de área de servicio, que tiene detrás dos núcleos de ascensores. Ese edificio se terminará en abril, pero tendrá dos partes más”, detalló Moscato, quien resaltó que “tiene que ser un edificio que represente una medicina muy humana”.
Al igual que las obras realizadas en la Universidad de Lanús, las nuevas edificaciones de la Arturo Jauretche son posibles gracias al reciclaje y aprovechamiento de edificios existentes, que alguna vez fueron abandonados. Mientras que la UNLA supo convertir, de la mano de Moscato, los viejos talleres ferroviarios de la estación Remedios de Escalada en aulas y auditorios universitarios, el nuevo departamento de Ciencias de Salud de la UNAJ se hace posible gracias a la puesta en valor de un edificio de 1942, que era originalmente propiedad de YPF y que quedó abandonado tras la privatización de la empresa petrolera en la década de 1990.
– ¿Si le dieran a elegir, preferiría reciclar un edificio o construirlo desde cero?
– Yo creo que es mejor aprovechar lo que existe porque es una lección cultural. Vos le estás diciendo a la sociedad que lo que existe puede ser usado y puede ser reconvertido. Y que las cosas, al fin y al cabo, no son tan originales. ¿Qué lógica tiene destruir? ¿O no aprovechar? Ninguna. La verdad que no tiene sentido. Yo creo que es bueno recuperar. La historia hace a los edificios más interesantes.
“Tenemos que proyectar futuro y yo trato siempre que el edificio genere eso: que un chico entienda, al entrar en la universidad, que la universidad lo que hace es producción de cultura y que esa producción de cultura se refleja en el lenguaje”.
– ¿Qué diferencias arquitectónicas hay entre la UNLA y la UNAJ?
– Las universidades creadas en la década del noventa, en general, tenían como gran programa el ‘reciclaje’ de la población. Lanús había quedado destruida por la transformación industrial, que había cerrado sus fábricas por la crisis, y la universidad se planteaba las carreras que su población necesitaba. En muchos casos, había una cosa que se llamaba Ciclos de Complementación Cultural (CCC), que eran por ejemplo para que un tipo que había estudiado algunos años en la universidad y había tenido que abandonarla pudiera terminar una carrera y tener un trabajo mejor. En cambio, las de 2010, que se hacen durante el kirchnerismo, el tema es el desarrollo económico. Todas las universidades que nacen en el 2010 se plantean a la Argentina como nuevo país industrial. Por eso la Jauretche tiene como carreras estrella Ingeniería y Medicina. Porque el plan no solo es de salvación social, sino de desarrollo. El planteo ahí es que la Argentina deje de ser un país que anda a la deriva y pase a transformarse en un país industrial.
– ¿Estas diferencias aparecen estéticamente en la arquitectura de los edificios?
– Quizá sea una exageración, pero yo digo que las universidades del reciclaje eran de ladrillo y las nuevas tienen que ser blancas. Tenemos que proyectar futuro y yo trato siempre que el edificio genere eso: que un chico entienda, al entrar en la universidad, que la universidad lo que hace es producción de cultura y que esa producción de cultura se refleja en el lenguaje. Por eso, manejo ciertos códigos de transparencia, como el laboratorio de la Jauretche, que tiene una faja de vidrio arriba, que desmaterializa el edificio. Vos ves el paisaje a través del vidrio y decís ‘Qué maravilla que los edificios empiezan a tener todos los elementos de la cultura contemporánea’.
– ¿Qué piensa de la arquitectura argentina de los últimos años?
– Por un lado, que últimamente la mejor arquitectura que se ha hecho en Argentina son las universidades nuevas, que en general son todas buenas, acompañadas de los edificios en propiedad horizontal hechos por jóvenes arquitectos dentro de la ciudad, manejando recursos escasos. Y, por otro lado, que lo que no ha funcionado en los últimos años es la arquitectura de grandes torres, de grandes edificios, que se han transformado en algo banal, que no dicen nada y que no tienen mucha importancia. Esa no es buena arquitectura porque esos edificios no han podido saltar de los sistemas de representación social. En cambio, sí lo pudo hacer un joven arquitecto que hizo cuatro departamentos en un barrio, que les puso terrazas que están buenas, y que los pintó de blanco porque quedaba más lindo. Sin duda, es mucho mejor la arquitectura dentro de la ciudad que la de los bordes de las periferias ricas. Vos vas a un country y de 100 casas son poquitas las que te gustan.
– ¿Cómo se ve reflejada esa representación social en las obras arquitectónicas?
– Cuando ves un edificio, el edificio quiere decirte algo. La imagen representa valores permanentes de la cultura y de la sociedad. Cuando yo veo las cosas que hacemos y los edificios que hacemos está claro que esos edificios están representando un sistema de valores. Cuando ese sistema es legítimo, la arquitectura es buena. Si es falso, también es falsa la arquitectura porque carece de importancia. Es como si te estuviera mintiendo. La belleza, dice San Agustín, tiene que ver con la verdad. Y si la belleza tiene que ver con la verdad, la arquitectura que pretende figurar siempre da a floja. En cambio, la arquitectura que da respuesta, que hace aulas y son aulas que están bien aventanadas, y que resuelve esto y resuelve lo otro, uno termina diciendo ‘che, qué bien que está esto’.
– ¿Y qué sucede en el conurbano: hay una identidad propia?
– El conurbano es una cultura, y una muy fuerte. En ese sentido, el libro de (Pedro) Saborido lo marca muy claro: la cultura del conurbano te impregna al igual que la cultura del rock, que es una cultura urbana muy especial y muy valiosa, que resume los problemas de la pobreza y del trabajo. A diferencia de lo que algunos piensan, el conurbano no es una zona disminuida culturalmente. Tiene culturalmente la potencia de la periferia y, en ese sentido, el discurso sobre la periferia siempre ha impactado. El conurbano, que nace como una capital en disminución, por su propia potencia se transforma en el elemento más importante. Hoy se podría decir que la humanidad tiene una situación donde son las periferias las que empiezan a determinar la existencia, determinando la cultura y los sistemas de valores.
– ¿Cómo relaciona al peronismo con el diseño de las nuevas universidades?
– El peronismo es el partido que construye la modernidad en Argentina, la modernidad para todos. Y las universidades tienen que ser la modernidad. No pueden ser una arquitectura más o menos, tienen que ser muy buenas. Cuando Perón hizo, por ejemplo, el pulqui, o el avión de caza, estaba pensando en un país moderno, no estaba pensando en esta imagen de escasez y pobreza. Entonces, tenemos que construirlo de nuevo. Tenemos que agarrar y decir ‘bueno, vamos a hacer la mejor arquitectura en los edificios públicos’, y esto está bien. Creo que es algo fantástico.
Entre el exilio y el reconocimiento
El pasado 12 de agosto, durante el bicentenario de la Universidad de Buenos Aires, el arquitecto y docente graduado de la FADU recibió un premio UBA, destinado para conmemorar a 200 personalidades importantes de la casa de estudios. Honrado por el reconocimiento, aseguró que se trató de “un hecho muy emocionante” debido a las circunstancias de la pandemia y consideró que “es muy importante que la universidad se celebre a sí misma, ya que, dentro del sistema público, es lo más reconocido”.
Por otro lado, luego de rememorar su juventud de militancia y los tiempos de exilio durante la última dictadura militar, aseguró que ningún reconocimiento se compara con el recuerdo de la lucha y el regalo de la vida. “En lista de desaparecidos de la Facultad de Arquitectura hay 150 tipos, pero hay 20 que eran amigos míos directos. Es arrasador ese hecho y uno da gracias a Dios por haberse salvado y también por poder dar testimonio de una cosa que sucedió. Nuestra generación pensó en un país mejor. Por ahí no se dio, pero siempre es una esperanza. Un filósofo francés dice que el paraíso es, además de una promesa, un recuerdo de la humanidad. Para nuestra generación, el paraíso existió: fuimos nosotros en los años setenta.
Fuente: Clarín ~ Fue uno de los grandes impulsores y fundadores de la carrera en la Universidad de Palermo, entre otros importantes cargos.
«Me cuesta pensar en volver a realizar proyectos en los que no comparta con otras personas las ideas. Hoy tengo mi estudio y soy su único titular pero, tengo algunos colaboradores y trato que aporten sus ideas, que sientan que lo que hacemos es un poco o mucho, una idea de todos. Busco trabajar con personas que me enriquezcan como ser humano«.
Este testimonio, que dio Daniel Silberfaden a la revista ARQA hace unos años, explica el cariño y la admiración con la que sus colegas lo despidieron tras conocer la noticia de su fallecimiento. El prestigioso arquitecto sufrió un paro cardíaco este 29 de octubre.
Trayectoria
Silberfaden nació el 19 de noviembre de 1954. Egresó de la Universidad de Buenos Aires en 1979 y era un profesional con múltiples actividades.
Hasta su partida, fue el decano de la carrera de Arquitectura de la Universidad de Palermo, de la que fue su fundador, consejero del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo porteño (CPAU), miembro de la Academia de Arquitectura y Urbanismo (ACAU) y titular de su propio estudio. Antes, entre 2004 y 2010, fue presidente de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA).
Además, fue miembro del Consejo Académico de la UBA y se desempeñó como curador designado por la Cancillería Argentina de las bienales de Venecia, San Pablo y Londres. También fue profesor invitado de la Universidad Politécnica de Cataluña, la Universidad Méndez Pelayo de Valencia y la Washington University de St. Louis, entre otras institucionales locales e internacionales.
Su pensamiento
«Cada trabajo es una nueva experiencia donde ponemos todo lo aprendido, aquellas cosas que probamos y que nos interesaron más que otras», afirmaba en la misma entrevista.
Y luego agregó: «Sin embargo, siempre es una nueva experiencia, aparecen temas que nunca nos planteamos y dedicamos parte de nuestro tiempo para preguntarnos: ¿qué más podemos hacer? ¿qué cosas podemos mejorar de aquellas que intentamos y cuyos resultados por varios motivos no nos gustaron? Trabajar con mucha honestidad y un poco de humor, que hace falta y mucho en este oficio«.
Para Silberfaden el ejercicio de la profesión va de la mano con trabajar en las cualidades que nos hacen más solidarios, más humanos. «Busco ser mejor arquitecto, es decir, entre otras cosas, mejor tipo y ser un tanto más feliz con las cosas que hago».
En cada uno de sus trabajos se sentía parte de un equipo y era una circunstancia que valoraba. «Entre otras cosas maravillosas, estar rodeado de personas tan especiales, tan dedicadas tantas horas a cosas tan diversas… compartir con ellos un poco de todo este tiempo que les toca vivir me sirve, me enriquece, y agradezco profundamente las oportunidades que fui teniendo«, destacaba.
Tenía una profunda preocupación por el deterioro en las condiciones de vida en nuestro país y reflexionaba sobre posibles soluciones al déficit habitacional al punto que creía que debía existir una especie de «Hospital de Arquitectura» al que una persona sin recursos pudiera dirigirse para recibir asesoramiento profesional.
«Tenemos mucho que hacer, mucho que aprender, mucho que decidir. En mi caso hacer arquitectura, enseñar todo lo que hago y posiblemente haga. Todo tiene un mismo fin, que le dejo a mis hijos y a los hijos de mis hijos«, aseguraba.
Para muchos de sus colegas que fueron sorprendidos con la noticia, se fue inexplicablemente demasiado temprano. Dejando esos vacíos tan difíciles de llenar.
Fuente: Clarín ~ Valentina Cerrone y Sebastián Andía trabajan en Zaha Hadid Architects y tienen su propio estudio en Inglaterra.
Dos jóvenes arquitectos mendocinos, Sebastián Andía y Valentina Cerrone, son los creadores de OF, un estudio que fundaron en 2017 en Londres, a la par de su trabajo en la oficina de Zaha Hadid.
En Salónica, Grecia, el sol se descompone en millones de micropartículas de luz, apenas choca con la piel color plata de diez torres futuristas, Oculis, que albergarán al centro de negocios de la ciudad. Buena parte de los planos se dibujaron bajo un cielo menos despejado, justamente en la oficina de OF. Studio, cuyos arquitectos están habituados a otros soles, menos marítimos y más andinos.,
Los dos se asoman en una video conferencia que, + 4 horas, da la medianoche en Londres. “Estamos acostumbrados a trabajar a cualquier hora”, dicen. Su carpeta de proyectos lo confirma; ganaron concursos en Dubai, Estados Unidos, Grecia y Mendoza. Mientras trabajan con equipos de todo el mundo, sus apps suman millas en husos horarios.
Con unos años de diferencia recorrieron el mismo camino. Se graduaron en la Universidad de Mendoza y realizaron el Master en Arquitectura por el Architectural Association Design Research Lab (AADRL) de Londres.
Ambos se graduaron con honores en la especialización y terminaron trabajando en Zaha Hadid Architects. Hoy persiguen sus sueños en OF. y comparten el trabajo en la firma de la ganadora del Pritzker, donde Sebastián tiene el cargo de asociado.
“En Hadid formamos parte de obras de gran envergadura muy de vanguardia, una experiencia valiosísima. A través de OF., nos planteamos qué nos gustaría hacer nosotros como individuos con esas herramientas”, cuenta Cerrone.
Las respuestas llegaron rápido. En 2020 ganaron, entre más de 150 estudios emergentes, el concurso para proyectar un ícono urbano en el Dubai Creek Harbour, de Emiratos Árabes Unidos.
Le pusieron Land-Mark, un juego de palabras entre ícono y marca en la tierra (en inglés). De hecho, el proyecto integra los símbolos del desierto en curvas que parecen talladas en el piso.
“El desafío era grande: teníamos que generar un ícono de la ciudad a menos de 1 kilómetro de una obra de Calatrava de muchísima personalidad”, dispara Andía. Land-Mark genera en sí mismo distintos paisajes, protagonizados por espejos de agua que convergen en la bahía. Cada oasis está contenido en paredes que recuerdan, en textura y color, las arenas árabes.
La tecnología constructiva también apela a la vanguardia: brazos robóticos para colocar las paredes realizadas en hormigón de color impreso en 3D. “Cada una de esas geometrías origina espacios pensados para ser aprovechados al máximo”, completa Cerrone.
Clave arquitectónica
La preocupación sustentable vuelve a estar presente en las Ephemeral Station, un prototipo de estaciones colectoras de energía desarrollado para Play Ranch, Estados Unidos. Trasladable, está pensado para recolectar agua y energía y proveerla en eventos remotos, como recitales.
“Lo creamos como un elemento escultórico, que aporte belleza al lugar donde se instale. Fue un proyecto muy interesante, porque llevó una investigación en áreas que quizás como arquitectos no nos son demasiado cercanas”, agrega Andía. Para realizarlo recurrieron al asesoramiento del ingeniero mendocino Alfredo Estévez.
En el caso de Oculis también generaron una alianza, esta vez con el estudio griego Degree Zero. Bajo la premisa de dejarle valor a la ciudad, instalaron torres sobre un podio público, que recupera la esencia de los pueblos griegos, la idea de mercado, de callecitas pequeñas y de un clima que empuja a la gente a vivir los espacios exteriores.
La vuelta a casa
Hace 20 años que Andía reside en Inglaterra, antes vivió en Nueva York donde trabajó para la oficina de Asymptote. Cerrone lleva menos de la mitad, pero ninguno de los dos dejó del todo Mendoza.
Sebastián es hijo de Carlos F. Andía y sobrino de Gerardo Andía, el arquitecto mendocino más importante de la segunda mitad del siglo XX. Junto con su padre y su hermana Jimena, hoy titulares de Andía Arquitectos, proyectó el edificio de Investigación y Posgrado de la UTN en su provincia.
Aunque su dominio diga UK, OF. es, en esencia, mendocino. El estudio recibió la comisión de proyectar la puesta en valor del Palacio Zapata, un edificio histórico de la capital provincial.
Para ello diseñaron una envolvente llena de curvas, que recrea un clásico de las viviendas cuyanas: el patio. “La geometría logra terrazas y va delimitando lo público y lo privado. Y garantiza la vista a los cerros desde cada unidad”, explica Cerrone.
El paisaje también es parte fundamental de Ecowine Lodge, un hospedaje turístico ecológico en Tupungato. “La idea fue minimizar el impacto ambiental desde los materiales y las tecnologías constructivas, pero también desde la composición.
Planteamos elementos abstractos integrados a las formas del Valle de Uco, biopiscinas, hormigón apisonado, paneles solares y huertas”, apunta Andía. El resultado: una geometría de capas superpuestas color terracota, que se funde con los Andes. El punto donde todo comenzó.
Fuente: Clarín ~ El Estudio del ingeniero civil Guillermo Sambresqui y Profesionales Asociados (GSA) se especializa en el gerenciamiento y dirección de obras. Suma tres décadas de trayectoria, 1,5 millón de metros cuadrados construidos, con 150 mil m2 actualmente en obra. Su plantel está conformado por un equipo permanente de 21 profesionales entre ingenieros y arquitectos.
GSA se encarga de construir las obras firmadas por estudios de primera línea que le confían a la empresa la dirección y el gerenciamiento de obra. MSGSSS, BMA, Baudizzone-Lestard, Estudio Aisenson, Mario Roberto Álvarez, Rafael Viñoly, Blinder-Janches, Esses-Naistat, KWZ, Parysow-Schargrodsky, Turjanski – Sartori y Estudio Abramzon, son algunos de ellos.
En los últimos años, se sumaron grandes desarrolladores como el Grupo Portland con las dos torres Palmera Cañitas, o Carlos Levit con Boschetto Seguí, en Palermo, ambas proyectadas por BMA.
Un caso especial es la ampliación del Recoleta Grand Hotel, para la cual el grupo HCI le adjudicó el gerenciamiento a GSA y, de acuerdo a sus propias normas, la dirección de obra a otro estudio: Ianuzzi Colombo. “Claramente somos competidores en el mercado profesional, pero estamos compartiendo una experiencia enriquecedora juntos”, comenta Sambresqui.
GSA también interactúa con las constructoras Edfan, Overcon, Obras y Sistemas, Roberto Stellino, entre otras, en una tarea que va mucho más allá de la dirección de obra e incluye el gerenciamiento de la construcción.
Ese rol involucra las licitaciones de todas las especialidades, la logística, los insumos y la programación coordinada de todas las partes.
“Es un conjunto de tareas que se desarrollan fuera y dentro de la obra, y que tienen que funcionar armónicamente –explica–. Una vez que la construcción ya está iniciada, además de coordinar los recursos humanos y los contratistas, hay que lograr que los materiales lleguen a la obra en tiempo y forma».
También es importante saber que las acciones que se toman con el comitente, por ejemplo, la demora de una licitación para conseguir un beneficio económico, tienen implicancias sobre lo que ocurre en la obra”.
La dinámica de trabajo incluye una reunión semanal de coordinación con todos los gremios en la misma obra, más una quincenal de programación con el comitente.
En cuanto a los proveedores de insumos y servicios –que no son menos de 20 por edificio–, GSA tiene un sistema interno de puntaje elaborado por los supervisores y directores de obra para evaluar ítems como cumplimiento, calidad, plazo y capacidad técnica.
Puertas adentro, GSA promueve la capacitación permanente del staff: “Estimulamos a todo aquel que desee realizar cursos que le resulten interesantes y que impliquen un aporte significativo para todos y que luego se compartirán en las reuniones mensuales en obra”, refiere Sambresqui.
Además, se organizan capacitaciones para todo el equipo que brindan habitualmente las empresas proveedoras de materiales de la construcción.
El portafolio de obras dirigidas y/o que contaron con el gerenciamiento de GSA abarca a muchos edificios emblemáticos de Buenos Aires y sus alrededores. Varios de ellos constituyeron una bisagra en la trayectoria del estudio.
La primera de ellas fue la del Showcenter Norte (hoy Norcenter Lifestyle Mall), en la década del 90, “Fue la primera vez en que el estudio coordinó a mil personas trabajando en forma simultánea”.
En obras como el Malba o el edificio de la Colección Fortabat, debido a la sofisticación de sus materiales y los detalles de diseño, atípicos en proyectos residenciales, tuvieron que adaptar todos los protocolos y cuidados en la coordinación de las tareas.
“Por ejemplo para el techo vidriado del gran hall del Malba, que se fabricó en Chile, viajamos cada dos semanas a Santiago para chequear cómo progresaba”, recuerda. Menciona también la sede de La Caja de Ahorro y Seguro, proyectada por Turjanski-Sartori, que ocupa una manzana entera en Chacarita.
Allí el desafío consistió en dirigir una obra que se iba construyendo mientras se definía el proyecto de acuerdo al nuevo organigrama de esa empresa recién privatizada.
Cabe destacar también el emprendimiento de las Torres Mirabilia, proyecto del Estudio Esses Naistat – ACF en el corredor de la Av. Juan B. Justo en Palermo. Dos torres de viviendas de 45 pisos construidas en forma simultánea, con 9.000 m2 de parque y gran cantidad de amenities.
Otro caso especialísimo fue la torre Vista Botánico, desarrollada por Boston Andes Capital, proyectada por Parysow-Schargrodsky y en la que GSA hoy tiene su sede. Esta obra que incluye cinco subsuelos de cocheras, un supermercado y una torre de viviendas de 34 pisos, se construyó en un terreno entre medianeras flanqueado por edificios existentes de mediana altura.
La excavación y submuración obligaban a realizar anclajes activos provisorios que se retiraban una vez finalizada la obra y que no contaban a esa fecha con una regulación municipal que los permitiera.
Justamente, “a raíz de este caso se sancionó en 2013la Ley N° 4.580 (o “de anclajes”)de la CABA, que reglamenta en forma definitiva este procedimiento”, cuenta el ingeniero. Esta normativa se aplicó en edificios residenciales ejecutados posteriormente como el Liberty Belgrano, en Ciudad de la Paz y Mendoza, desarrollada por Macom con proyecto arquitectónico del Estudio Aisenson.
El Movistar Arena, en Villa Crespo, proyectado por el Estudio Minond también marcó un hito. La obra fue realizada sobre un estadio que se había empezado a construir para otra finalidad, en la que llegaron a trabajar 700 personas simultáneamente.
“Hubo que imaginar e inventar procedimientos constructivos y resolver cientos de detalles totalmente nuevos ya que no había experiencia en obras similares”, apunta Sambresqui. Por ejemplo, adaptar una cinta transportadora para subir las 15 mil butacas desde el piso a su posición definitiva.
También tuvieron que demoler un sector de la tribuna que encontraron ya terminada para que pudieran entrar las grúas que montaron el techo del estadio que se había fabricado en San Sebastián, España.
“Toda la logística se iba definiendo en el sitio a medida que se iba construyendo. Nos reunimos con el equipo de Dirección de obra todos los días a las seis y media de la mañana, ya que era el único momento para recorrerla con tranquilidad y tomar las decisiones que se implementarían durante el día”.
Al final, el resultado compensó todos los esfuerzos. “Lo terminamos e inauguramos el 1° de noviembre de 2019, antes del plazo final estipulado, incluso cuando debimos comprometernos a no trabajar de noche por respeto a los vecinos”, cuenta Sambresqui.
Con lo cual, se pudieron llevar a cabo varios espectáculos que, de haberse terminado en el plazo original de fines de febrero de 2020, la situación sanitaria no lo hubiese permitido. En esta obra, GSA fue auditada satisfactoriamente por Aecom, una firma global de ingeniería especializada en estadios deportivos con oficinas en Estados Unidos y Alemania.
Comunidad de trabajo
El Estudio GSA está organizado según un esquema piramidal: “En la base están Directores de obra residentes afectados a cada proyecto; por encima de ellos están los supervisores, profesionales con mucha experiencia que tienen más de una década en el Estudio y que tienen a cargo tres o cuatro obras cada uno; y yo como cabeza del Estudio”, explica Guillermo Sambresqui, su titular.
Además, hay un especialista que se encarga de todo lo relacionado con la resolución de conflictos que pueden surgir en una obra.
“Nos proponemos destacar el pensamiento asertivo y el armado de equipos de trabajo, favoreciendo una comunicación fluida y la capacitación permanente. Intentamos tener una organización en la que cada uno se sienta parte, tomando en cuenta la diversidad desde el punto de vista personal, intelectual y cognitivo para desarrollar el potencial de cada integrante del equipo“, agrega.
En cada una de las obras se organiza una oficina técnica con un Director de obra Residente a cargo, y periódicamente se celebran reuniones de todo el equipo en las cuales se comparten experiencias, problemas y soluciones.
Fuente: Techint ~ Federico Segura anunció su retiro de Techint E&C. Desde 2016 se desempeñaba como Director del Área Internacional (hoy: Egipto, España, Italia e India); entre 2012 y 2016 fue Director Técnico Corporativo y anteriormente fue Director Operativo de Oil & Gas y proyectos industriales. En esta ocasión y con motivo de su retiro, repasamos con él sus vivencias en la compañía, a la que considera su “segunda familia”.
A comienzo de los 80, donde la historia comienza
Federico Segura ingresó en Techint E&C en 1982. “Comencé en el proyecto de expansión de la Refinería de Luján de Cuyo (Provincia de Mendoza, Argentina), donde trabajamos en consorcio con Tecnobridas y Desaci. Ingresé en el área de Planeamiento y luego me trasladaron al área de Operaciones. Este proyecto fue muy importante para mí, era joven y tuve la posibilidad de trabajar con un equipo excelente, no sólo desde lo técnico sino también desde lo humano. Lo realizamos en tiempo y forma, logramos finalizarlo un año antes que la ampliación similar que se ejecutó en la Refinería de La Plata. El orgullo por el logro fue inmenso”, recuerda Federico.
A partir de allí, comenzó un camino de crecimiento, desempeñando diferentes cargos y participando en diversos proyectos. Fue Gerente de Construcción, Gerente de Proyecto, Director de Proyecto, Director Operativo de Oil & Gas y proyectos industriales y Director Técnico Corporativo (2012-2016), hasta llegar a su cargo actual. Participó en obras de gran envergadura, como la ampliación de la planta de Profertil (Provincia de Buenos Aires, Argentina), la construcción de la Refinería Landulpho Alves – RLAM (Salvador de Bahía, Brasil) y el Oleoducto de Crudos Pesados – OCP (Ecuador), entre otros.
“Todos los proyectos en los que participé fueron desafiantes. Siempre el mayor reto era el siguiente, porque era lo nuevo. Y a mí me entusiasmaba la falta de monotonía y la necesidad de resolver nuevos temas. Si hoy tuviese que volver a empezar, no lo dudaría: volvería a entrar a Techint”.
ADN Techint: “valores compartidos que nos identifican”
Federico destaca que en Techint hay un “corazón” de valores que se transmiten de generación en generación, que forman el “ADN” de la empresa: “Tenemos valores muy fuertes que atraviesan todos los procesos de trabajo: responsabilidad, dedicación, esfuerzo, resiliencia, transparencia, perseverancia y búsqueda de la excelencia. Estos valores fueron delineando la idiosincrasia de la empresa desde sus orígenes, y son los que la definen hoy. En mi época, cuando arranqué, había mucho movimiento de personal, los grupos se iban ampliando permanentemente, y era fundamental tener estos principios que nos alineaban y orientaban. Es muy importante que estos valores se sigan transmitiendo a las nuevas generaciones. Además, son valores con los que me identifico completamente”.
¿Cómo compartir la experiencia con las nuevas generaciones?
Todos los años de desempeño profesional le han demostrado a Federico que es tan importante transmitir conocimientos como valores. Ambos son esenciales a la hora de formar colaboradores que tengan las habilidades necesarias para dar continuidad a la compañía. “Creo que con las nuevas generaciones hay que ser muy cuidadoso. El que tiene la experiencia debe ser muy cauto sobre cómo la transmite. Por eso, creo que es fundamental observar las situaciones, y esperar la ocasión en la que un proyecto necesite soporte, para poder ahí sí aportar lo que se requiera para mejorarlo. Lo importante es estar preparado para sumar, e intervenir cuando el otro está predispuesto a escuchar y valorar posibles soluciones”.
“Yo también fui ese joven que recién arrancaba, y recuerdo lo que sentía. Hay cosas del carácter que la vida y la experiencia van forjando. Hoy, cuarenta años después, puedo reconocer que debería haber tratado de ser más flexible y reflexivo. Pero les agradezco enormemente a todos los profesionales que me formaron, porque me tuvieron paciencia y me ayudaron a crecer como profesional y persona. Esa también es responsabilidad de los que tenemos más experiencia, formar en valores, para garantizar que se transmitan a las nuevas generaciones”.
Aquí se detiene para dar un consejo a los jóvenes profesionales: “Tienen que estar seguros de que lo que buscan profesionalmente coincide con lo que necesita esta compañía. Si es así, su crecimiento será continuo y el techo estará muy alto. Tendrán múltiples desafíos, que implicarán grandes esfuerzos… ¡y la adrenalina estará garantizada!”.
Equipos de trabajo: el alma de los proyectos
Si bien son múltiples los factores que pueden determinar el éxito de un proyecto, los equipos son un elemento fundamental. “Para mí, la formación de un equipo a la hora de lanzar un proyecto debe ser estratégicamente pensada. Cada integrante se tiene que sentir como parte de un todo, como el engranaje de una máquina, y a la vez debe haber una dirección que potencie las habilidades individuales, supliendo eventuales debilidades de unos con fortalezas de otros. La comunicación es la clave para que todo se converse y se anticipen problemas. La unidad del grupo es fundamental, y el jefe o la jefa debe liderar los intercambios para lograr que todo fluya. Cuando un equipo de trabajo funciona bien, la magia sucede”.
Crecer junto a la empresa: “Nunca he dejado de aprender”
Federico ha sido testigo de cómo la empresa ha ido cambiando con el transcurso de los años, creciendo en un contexto cada vez más competitivo. “Techint ha logrado mantener su liderazgo en un mercado totalmente cambiante y exigente. Es una empresa que no ha dejado de crecer y transformarse positivamente, y en lo personal ha sido muy satisfactorio vivenciar todo este proceso. En Techint, nunca he dejado de aprender cosas nuevas. Esto me ha motivado permanentemente”.
Más allá de los cambios que se van dado con el correr de los años, hay algo que permanece intacto en Techint desde sus orígenes, que es lo que caracteriza a la manera de trabajar: “Hay una impronta de la empresa que está desde que yo entré y que se plasma en cada proyecto. Está ligada a la premisa de siempre hacer un trabajo de calidad, tratando de respetar los tiempos y exigencias requeridas; ser minucioso y analítico para evitar imprevistos y alcanzar los objetivos de la mejor manera posible, logrando los resultados económicos esperados. Esto está ligado con los valores, que atraviesan cada tarea. En lo personal, tengo la satisfacción de saber que en todos los proyectos en los que estuve intenté siempre dejar la impronta Techint”.
Orgullo de pertenecer…y nunca dejar de agradecer
“Miro mi trayectoria profesional y siento mucho orgullo de haberme desarrollado en esta compañía, que siempre busca la excelencia. Le empresa va a seguir creciendo y expandiéndose en el mundo, y siento que dejé en ella mi granito de arena. Tengo un profundo agradecimiento por todos los que fueron mis superiores, mis compañeros y amigos, porque como siempre digo, son mi segunda familia: con ellos tejí lazos que formarán parte de mí para siempre. Por eso mi retiro no es una despedida, si no un hasta siempre”.
Fuente: La Nación ~ Compulsión por las alturas, vocación sustentable y tendencia hacia las megaestructuras en el corazón de Dubai, la lujosa ciudad de los Emiratos Árabes. Alejandro Stochetti nació en Lomas de Zamora y se crió en una casa sencilla de Burzaco que todavía conserva la mesa de dibujo construida con descartes y los ventiladores armados con restos de una computadora vieja. Reciclar, recuperar y reusar fueron las tres R que guiaron desde chiquito a Stochetti, el arquitecto argentino que desde 2001 vive en Chicago y vuelve al barrio cada vez que puede.
Egresado de la Universidad de Buenos Aires, hoy es uno de los autores de la torre más alta del mundo: la Burj Khalifa, en Dubai, con 828 metros, desarrollada junto al estudio SOM (Skidmore Owings & Merrill). Y desde el estudio Adrian Smith + Gordon Gill Architecture trabaja como director de diseño de una nueva criatura, a casi 1000 metros sobre el Mar Rojo en Yeda, Arabia Saudita. Se trata de la Jheda Tower, una bestia geométrica que trepará hacia un nuevo récord y esconde un secreto porteño en su piel de vidrio y hormigón. “Maximizar las vistas para producir la experiencia teatral aplicada en la restauración del Teatro Ópera fue el punto de partida”, revela el arquitecto. La renovación del teatro de la calle Corrientes fue uno de sus primeros trabajos, cuando integró el estudio Roberts Gilardi, en 1998. “El objetivo fue cambiar la inclinación de las butacas para abrir las visuales. La torre tiene la misma lógica. La clave es que desde todas las unidades se aprecie una vista limpia de la torre vecina a través de vidrios inclinados, dispositivos que funcionan como miradores, generan balcones y minimizan las radiaciones solares”, señala Alejandro.
Otra de las marcas de su infancia que le quedaron grabadas fueron los viajes en auto por toda la Argentina. Del mar a la montaña, las sierras y la llanura pampeana, a Stochetti le llamaba la atención el impacto en el medio ambiente. “Paisajes secos y áridos al Norte, vientos intensos al Sur. La falta de agua en un lugar y el excedente de energía eólica en la otra punta determinaron mi línea de trabajo: cómo mover los recursos de un lado a otro y reducir el impacto del hombre en la Naturaleza”, señala el arquitecto, desde el jardín de su casa del barrio Old Town de Chicago, donde vive con María Laura, su esposa argentina y sus hijos Agustina, Clara y Lorenzo.
La arquitectura sustentable guía desde entonces los proyectos de Stochetti, que además de la torre de Las Vegas y el masterplan del Centro de Convenciones y Exposiciones de Suzhou, en China, desarrolló la Expo Astana de 2017, un ícono futurista de Kazajistán cuyos edificios públicos resuelven problemáticas de energías renovables. Cuando el próximo 20 de octubre se abran las puertas de la Expo 2020 Dubai, el arquitecto que viajaba 3 horas para cursar en Ciudad Universitaria y volvía a su casa de madrugada, cortará la cinta de Al Wasl Plaza, un oasis natural en el desierto. Este jardín protegido por una cúpula transparente funcionará como punto de encuentro de la plataforma universal de innovación, tecnología y negocios que ocupará un predio de 438 hectáreas y alojará 192 pabellones nacionales.
Y cuando seis meses después termine el evento, la plaza se transformará en la pieza central del nuevo distrito urbano. “En mi vida el contacto con la Naturaleza es fundamental. No teníamos presupuesto para hoteles, por eso siempre acampábamos. Aprendí a resolver muchas cosas con las manos, desde cuestiones mecánicas hasta eléctricas. Eso le debo a mi papá, maestro mayor de obras. Y a mi mamá, profesora de inglés, por las clases que me daba durante los veranos”, dice Stochetti.
El calor arrasador de Qatar funcionó como disparador para el boceto de este jardín urbano. “Para brindar un mayor confort térmico y proteger la vegetación busqué una analogía con la arpillera. Una malla textil de nombre Etfe, resistente al calor, la corrosión y los rayos UV gracias a su composición que incluye fibra de vidrio”. Por la noche, está cubierta térmica se transformará en una megapantalla de proyecciones 360°, una invitación a experiencias inmersivas que se verán desde las autopistas. Con 200 proyectores de alta tecnología encapsulados en la malla las imágenes de producciones artísticas atraerán la mirada desde todos los ángulos.
El tema de las cubiertas y espacios que convocan a reunirse no es nuevo. A punto de recibirse, Alejandro recibió el primer encargo de una vecina. “Querían extender el garaje para guardar el segundo auto. Hice unos bocetos sobre una propuesta transparente. Y es el día de hoy que ese lugar es el elegido para festejar cumpleaños y encuentros, lleno de luz y plantas. El auto sigue durmiendo afuera, pero la satisfacción es enorme”, plantea el arquitecto argentino, un apasionado por dotar de verde los espacios interiores con recursos innovadores.
Fuente: La Nación~ El empresario más relevante del real estate argentino no titubea al asegurar que, lo que no vio en sus 50 años de experiencia en el sector, ocurrió en el último año y medio. “El mercado estuvo muy lento y tomado por la situación económica,las malas expectativas políticas y económicas de la Argentina, el riesgo país y la suba del dólar”, sostiene. Ante este escenario y de cara a las elecciones legislativas, afirma que la Argentina solo podrá revertir la situación si se genera “una transformación social y un acuerdo político de ambas minorías”. “Sin consenso político, el cambio radical que hay que hacer no puede materializarse. Lo que el argentino espera es un cambio radical de las reglas de juego, de la calidad jurídica, económica y política para poder desenvolvernos”, manifiesta.
Además de la Argentina, el fundador y líder de la desarrolladora Consultatio hoy tiene operaciones en Uruguay y Estados Unidos, mercado que, asegura, “está muy activo” y en el que construyó el proyecto más grande de Florida, Oceana Bal Harbour, con una inversión de US$600 millones, además de Oceana Key Biscayne. “La pandemia ha caracterizado de distinta forma a las diferentes regiones. Miami, por ejemplo, adquirió una fuerza enorme porque es un lugar más abierto, con menor densidad. Las ciudades han sufrido mucho porque la pandemia las castigó, pero allá la economía está muy vibrante y la ayuda del Gobierno ha sido enorme”, cuenta y agrega que hay una gran cantidad de inversores y un fácil acceso a créditos hipotecarios.
Sobre Uruguay, indica que es un país “ordenado, con acceso al crédito y donde se está tratando de bajar la inflación, que es de un dígito”. Sin embargo, remarca: “Tiene valores altos en relación a lo que es la Argentina. Es un mercado lento, aunque la venta de terrenos anduvo bastante bien en el último año”.
El “éxodo” al verde
En este escenario atípico en el que Costantini asegura estar presenciando tendencias jamás antes vistas, hay un dato que resalta: “Por primera vez en mi vida vi una suba del dólar y, sin embargo, un aumento de las operaciones fuera de la ciudad, como vivimos en Nordelta y Puertos, donde hemos hecho récord de ventas en el segundo semestre”. Con su proyecto estrella en el 2000, fue uno de los precursores de la migración suburbana y el furor por la vida en el verde que volvieron a tener un boom durante la cuarentena. Hoy, Nordelta es una ciudad pueblo que eligen 40.000 personas e incluye todo tipo de servicios, colegios, salud y, en líneas generales, los valores inmobiliarios más sólidos de Buenos Aires.Entrevista a Eduardo Costantini
De la mano de Nordelta, Puertos en Escobar, el proyecto que emprendió en 2010, no para de crecer. “Entre los dos, se están construyendo 1000 casas y hay entre ambas más de 500 permisos de construcción para hacer nuevas. La gente quiere calidad de vida viviendo al aire libre”, afirma. Es que la pandemia de coronavirus, el aislamiento estricto y la modalidad de trabajo y estudio remotos aceleró el “éxodo” de las ciudades hacia las zonas suburbanas.
En ese sentido, para el empresario, hoy la clave está en saber elegir los proyectos y sus localizaciones. Mientras la rentabilidad que deja un alquiler en Capital Federal cae, los valores en Nordelta, por ejemplo, no paran de crecer. “Esto pasa porque hubo un cambio enorme en la forma de usar el espacio y los proyectos se tienen que adaptar a los requerimientos actuales. Ya había paradigmas anteriores pero la pandemia los aceleró, ya sea en el ámbito de las oficinas, como en el de las casas y departamentos”, explica. ¿Los puntos centrales de cara al futuro? Zonas verdes, aire limpio y conectividad. “Se trata de enhebrar una propuesta integral y el inversor tiene que buscar esos planes, porque la demanda va a funcionar muy bien”, afirma Costantini.
El futuro
No hay dudas de que la pandemia llegó para cambiar las reglas del juego. El sector inmobiliario, que se vio plenamente afectado, tiene ahora el enorme desafío de reinventarse. El empresario asegura que las ciudades y las tipologías de las propiedades se reconvertirán, aunque señala que ese tipo de procesos “llevan tiempo”. Mientras tanto, ¿qué tiene que pasar para que el mercado logre despegar? Para Costantini, el paso fundamental es alcanzar “un reordenamiento económico”. “Si tuviésemos estabilidad económica, lo que requiere bajar la inflación y tener estabilidad cambiaria y mejorar las expectativas, el sector explotaría”, analiza, a la vez que cuestiona la falta de acceso a créditos hipotecarios.“El tema fundamental histórico y exacerbado en los últimos 10 años es que somos un país sin rumbo. La cultura política es la de la confrontación entre distintos partidos y en el medio queda la Nación. Mientras eso ocurra y no haya un pacto social fundamental basado en el respeto a la ley y en tener una moneda, el mercado no despegará”, analiza. “Tenemos una Argentina descarrilada”, remata. Aunque remarca que existe una gran vitalidad a nivel local, que se pone de manifiesto en el sector agro y tecnológico, asegura que hay “problemas estructurales” y un sistema que “expulsa el ahorro”. De cara al futuro, anticipa que lo único que podría sacar a flote al mercado son “reglas de juego claras y estabilidad económica”.
Fuente: Ámbito ~ Empresarios de la construcción piden prorrogar el blanqueo de capitales que rigió hasta el mes pasado para realizar inversiones en el sector. Señalan que sería un importante estímulo para una actividad que se viene recuperando y generando fuentes de trabajo. Argumentan que los efectos no fueron los esperados porque gran parte del plazo de la primera etapa, la que concentró mayores beneficios, se agotó sin poder ingresar al programa por las demoras en la reglamentación.
La Ley de Incentivo a la Construcción Federal Argentina y Acceso a la Vivienda fue promulgada el pasado 12 de marzo, pero demoró más de un mes en ser reglamentada. Por eso se consumió más de la mitad del plazo de 60 días establecido para ingresar en la primera etapa que suponía impuesto especial del 5% del monto sincerado. Esa alícuota luego se incrementó al 10% hasta el día 90 y al 20% hasta el 9 de julio, cuando dejó de estar en vigencia el blanqueo.
“La primera parte del plazo, la más interesante, fue consumida en parte por los decretos reglamentarios de la Comisión Nacional de Valores, el Banco Central y la AFIP, que terminó de regular los sistemas el 8 de junio”, detalló a Ámbito Iván Szczech, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción. En ese sentido destacó: “entendemos que tiene que haber una ampliación y para que sea exitosa tiene que extender cada una de las etapas, dando la posibilidad de ingresar con todos los beneficios”.
Actualmente hay dos proyectos que ya ingresaron al Congreso. Uno postula una prórroga de 90 días y el otro de 150. Según explicaron fuentes empresariales, tanto el Gobierno como la oposición mostraron voluntad de avanzar con el tratamiento parlamentario pero por cuestiones de agenda la normativa todavía no llegó al recinto.
“Podría tratarse en la próxima sesión que todavía no tiene fecha”, explicaron desde la bancada oficialista en la Cámara de Diputados. Al mismo tiempo, señalaron que “parece haber un alto nivel de consenso para avanzar con la media sanción”.
En el sector privado tienen un diagnóstico positivo en cuanto al rumbo de la actividad. “Viene mejorando la obra pública nacional y también los convenios con las provincias, esto ya se está viendo en el empleo y en los números de las empresas. En cuanto la obra privada se viene recuperando en función de las menores restricciones que rigen desde octubre del año pasado y mantiene niveles previos a la pandemia”, dijo Szczech.
Por otro lado, consideran que es un buen momento para invertir en ladrillos ya que “el costo en dólares continúa muy bajo en términos históricos”. Por eso, insisten que cuánto antes se consiga la prórroga del blanqueo, mejor se podrán aprovechar estas circunstancias.
Fuente: Telam ~ Lo anunció el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, en una entrevista con Télam. Resaltó la vigencia de la primera central a construir con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido, y la segunda de agua pesada y uranio natural de larga tradición en el país.
Las dos nuevas centrales nucleares permitirán duplicar la oferta de generación eléctrica en torno de los 3.500 Mw. La empresa Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA) prevé iniciar la construcción de Atucha III, la cuarta central atómica de la Argentina, a partir de junio de 2022, y dos años después hacer lo propio con la quinta central del llamado «proyecto nacional», que será recuperado tras ser dado de baja en 2017.
Así lo anunció el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, en una entrevista con Télam, en la que resaltó la vigencia de la primera central a construir con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido, y la segunda de agua pesada y uranio natural de larga tradición en el país.
Los siguientes son los tramos principales de la charla con Télam:
José Luis Antúnez, presidente de la empresa Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA). – Télam: ¿Qué ocurrirá con el futuro de las centrales de generación en esta nueva gestión al frente de Nucleoeléctrica ? – José Luis Antúnez: Luego de un período de paralización, el plan de Nucleoeléctrica Argentina retoma el proyecto de dos centrales nucleares, en la misma dirección de la idea original hasta fines de 2015. Las circunstancias financieras nos obligan a reconsiderar el orden, por lo cual el nuevo programa será lanzar lo antes posible el proyecto que ya tiene financiamiento y después continuar con el propio, pero con sólo dos años de diferencia.
La cuarta central va a ser de uranio enriquecido y la quinta va a ser la nueva central de uranio natural y agua pesada. Dos centrales que sumarán 1.800 Mw (megavatios) a nuestra potencia instalada, lo cual es prácticamente duplicar lo que tenemos hoy.
– T: ¿Cómo será el proceso de cierre del acuerdo con China y cuándo podrá comenzar la construcción de Atucha III? – JLA: En un panorama realista, nuestra idea es cerrar el contrato con la contraparte china hacia fin de este año y en los siguientes seis meses hay que completar los prerrequisitos para acomodar el proyecto dentro del tratado país-país, porque no nace de una licitación publica internacional. Se deben determinar la razonabilidad del precio, las condiciones concesionales favorables para el financiamiento y las condiciones técnicas. Todo eso va a llevar otros seis meses. Con lo cual el inicio del proyecto cuarta central en el terreno se puede estimar en junio 2022, y a partir de ahí son ocho años de construcción.
– T: ¿Qué cambios están negociando respecto al acuerdo original que se tenía hasta 2015 ? – JLA: Al completar nuestro Gobierno a fines de 2015, los dos proyectos estaban lanzados, algo que hoy cuesta describir. Habíamos hecho un consorcio entre la Compañía Nacional Nuclear China (CNNC) y Nucleoeléctrica para hacer entre ambos los dos proyectos como diseñadores y arquitectos ingenieros, en conjunto y financiado en su totalidad por China, como parte de un acuerdo único país-país. Pero todo eso se disolvió.
Los cambios ahora del proyecto es que tendremos un contrato EPC de ingeniería, compras y construcción bajo responsabilidad de la compañía nuclear China, y en el que NASA va a tener su papel de operador y propietario. A ese contrato estamos procurando introducir algunas cláusulas que favorezcan a la industria y la tecnología nacional, en particular en cuanto a la provisión de elementos manufacturados, lo cual para una primera central de tecnología nueva es muy difícil, pero vamos a tratar de fomentar lo máximo posible la utilización de la industria nacional.
La quinta central del llamado «proyecto nacional», será recuperado tras ser dado de baja en 2017. – T: Y en cuanto a la transferencia de la tecnología tipo Hualong… – JLA: El contrato va a incluir la transferencia a la Comisión Nacional de Energía Atómica de la tecnología para la fabricación nacional del combustible para esta futura central de uranio enriquecido que la Argentina no produce, pero el combustible va a ser fabricado en el país. La mano de obra local de ingeniería y construcción y el resto de profesionales que maneja el proyecto va a tener muchísimo trabajo, pero la industria metalmecánica, eléctrica y la química nacional es la que tiene menor participación en un proyecto nuevo, de una tecnología aún no utilizada y que carece de la base industrial.
Es por eso que sacamos del estado de cancelación el proyecto de uranio natural y agua pesada y lo volvimos a colocar en el Programa Nuclear Argentino como la quinta central, pero lo vamos a programar de una manera distinta.
– T: ¿De qué manera está pensada esa quinta central ? – JLA: Debido a la estrechez financiera vamos a hacer la ingeniería del proyecto nacional empezando por los componentes a adquirir en el país, es decir que mucho antes de lanzar las obras vamos a haber lanzado las compras de componentes y esperamos hacerlo comenzando 2023. De esa manera ocuparíamos a esa industria proveedora de componentes nucleares que es esencial porque son proyectos de larguísima vida y que sólo en repuestos y reemplazos, la industria tiene un sustente por mucho tiempo.
La primera central a construir con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido. – T: ¿Y hasta 2023 cómo se sostiene la industria local tan especializada? – JLA: Para eso pensamos un puente hasta cuando comencemos a comprar componentes locales. Y ahí recurrimos a dos proyectos que necesitamos y que vamos a ejecutar con la industria nacional. Una de ellas es extender la vida útil de Atucha I, que ya lleva 47 años funcionando a la perfección y para el que vamos a recurrir al máximo de la producción local de los componentes y repuestos que hagan falta.
Y el otro proyecto que ofrecemos es la construcción de la nueva planta de almacenamiento en seco, similar a la que estamos finalizando. Algo central porque los elementos combustibles usados en las centrales nucleares se almacenan durante largos periodos en piletas y luego en almacenamientos en seco, y aunque parezca mentira Atucha II ya lleva siete años desde el arranque del reactor y vamos a tener elementos combustibles dentro de tres o cuatro años con necesidad de aliviar la carga sobre las piletas.
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