Fuente: La Nación ~ La arquitecta Dolores Huerta reclama el uso de otros materiales de construcción bajos en emisiones como madera o paja en edificaciones nuevas: “Eso que se decía que era de hippies, bueno, pues ya no lo es”.
¿Qué pasa cuando una de las mayores expertas en rehabilitación energética del país se pone a adaptar para que sea más eficiente el bloque de viviendas en el que vive con su propia comunidad de vecinos? La arquitecta manchega Dolores Huerta (49 años, Villacañas, Toledo), directora de Green Building Council España, asociación que promueve la arquitectura sostenible, sonríe cuando se le pregunta por el más de año y medio que lleva embarcada en la renovación de su edificio en el barrio madrileño de Chamberí.
– ¿Cómo va la rehabilitación del edificio con sus vecinos?
– Para mí, ha sido un baño de humildad lo ocurrido en mi comunidad de vecinos. Me han llegado a decir que no tenía ni idea o que les estaba engañando. Llevo 10 años dedicada a convencer al sector de la edificación de que el objetivo no es construir más y más viviendas, sino rehabilitar. Se ha avanzado mucho, pero de esto el ciudadano no se había enterado de nada, hasta que de pronto ha llegado el dinero. La sociedad no tiene ni idea de qué decisiones debe tomar, los vecinos necesitan mucha más información.
– ¿Cómo se pusieron de acuerdo en su comunidad?
– Nuestra casa es del año 54, un edificio normal y corriente de un barrio bien, con 20 viviendas y cinco locales comerciales. Después de la tormenta Filomena [en enero de 2021] vemos que hay un deterioro grande y que tenemos que hacer obras. Entonces, como presidenta de la comunidad, yo propongo en una reunión de vecinos que aprovechemos ya para rehabilitar la casa y ponerla a la altura de este siglo. La primera reacción de la mitad de la comunidad es dónde nos estás metiendo, estas cosas no son obligatorias, por qué tengo que hacer esto. Fue una de estas reuniones que salen muy mal y al final ni sometimos la propuesta a votación para evitar que saliera que no. Empezamos otra vez de cero y me puse a hacer las cuentas de lo que nos costaban las obras solo de reparación y las obras con rehabilitación. Aunque las segundas eran mucho más grandes, las cuentas salían más o menos igual por los ahorros conseguidos con las mejoras en eficiencia energética. Y si hacíamos los cálculos a 15 años, la rehabilitación compensaba de largo.
– ¿Esas cuentas convencieron ya a todos?
– En la comunidad surgieron dos posturas nuevas: una que pedía estudiar más ofertas y otra que ahora quería que fuéramos todavía más ambiciosos. Hubo reuniones surrealistas, en las que lo pasé muy mal. Nos decían que estábamos rompiendo una comunidad que siempre se había llevado muy bien. Pero al final se aprobaron unas obras de más calado, que incluían sustituir la caldera de gas por aerotermia. Ahora teníamos que hacer la envolvente, la fachada, los patios, la cubierta, el cambio de la caldera por aerotermia, placas solares e incluso un sistema centralizado de agua caliente sanitaria. Nos presentamos a la convocatoria de ayudas Next Generation de la Comunidad de Madrid y al Plan Rehabilita del Ayuntamiento de Madrid. Entre una y otra podríamos recuperar casi el 100% de la inversión.
– ¿Se puede hablar de cambio climático o descarbonización con todos los vecinos?
– El reto es cómo tener un diálogo productivo, y no destructivo entre vecinos y cómo lograr tener todos en la cabeza un objetivo común. Hablar de descarbonización es mucho pedir, pero hay palabras mágicas que todo el mundo conoce: como eficiencia energética, olas de calor y de frío, subida del precio de la energía… El problema es que por el camino surgen mil historias en las que te enredas. No se trata ya de una cuestión técnica, es un reto sociológico.
– ¿De qué forma el aislamiento ayuda a prepararse para las olas de calor?
– Aislar las viviendas ayuda tanto en invierno como en verano. Cuando hace calor, la casa tarda más en calentarse. A veces basta con ventilar con el aire fresco de la noche, pero si al final hay que recurrir al aire acondicionado, el aislamiento hace que se necesite mucho menos para enfriar.
– ¿En qué punto están las obras?
– La nueva estética de la fachada fue otro de los temazos que parecían imposibles de resolver. Ahora tenemos la licencia atascada en Patrimonio y llevamos meses esperando noticias de las ayudas, y eso que sabemos mucho de esto. La vecina con la que me he turnado la presidencia y la vicepresidencia en nuestro edificio trabaja en un banco como directora de financiación a comunidades de vecinos. Por otro lado, hay unas medianeras [muros que separan dos edificios] que no me dejan dormir. Son dos medianeras que deberíamos aislar porque son parte de la envolvente de nuestro edificio, pero esto supone meterse 10 centímetros en los bloques contiguos, así que hay que conseguir también el permiso de esas dos comunidades de vecinos.
– ¿Este es el momento perfecto para realizar este tipo de proyectos?
– Es el momento de reunir a la comunidad de vecinos y plantear qué mejoras energéticas se pueden hacer en el edificio. Si alguien vive en una casa de más de 20 o 25 años, seguramente puede hacer muchas cosas. Los ayuntamientos y los colegios profesionales dan hoy mucha información. Hay una gran oportunidad, porque están los fondos de ayuda, aunque en el futuro yo creo que el modelo de las subvenciones será insuficiente, no hay dinero público para todos.
– ¿Hacia dónde debe ir la edificación para reducir de forma drástica las emisiones que causan el cambio climático?
– Se puede reducir el consumo energético de las viviendas, construir edificios más eficientes, rehabilitar más y en más profundidad, acelerar la expansión de las renovables, poner fin al uso del gas en las casas. Cuanto antes abandonemos el gas, mejor. Pero también es muy importante empezar a construir con materiales bajos en carbono, como la madera, la paja, el corcho… Eso que se decía que era de hippies, bueno, pues ya no lo es.
– ¿Por qué es tan importante fijarse en los materiales?
– Hoy en día se miran las emisiones de carbono generadas por el uso de los edificios, por la energía que gastan, pero nadie está computando lo que se emite por construirlos, rehabilitarlos o derribarlos. En 2050 se quieren rehabilitar siete millones de edificios en España y esto reducirá mucho las emisiones por la energía que se deja de utilizar, pero no mejora las otras. Si se contabilizan las emisiones de la propia construcción o rehabilitación, estamos muy lejos de conseguir los objetivos del Acuerdo de París para frenar el cambio climático. Podríamos hacer como si no lo viéramos: Dolores, si esto no se estaba midiendo, para qué lo sacas ahora. Pero una vez que lo has visto, ya no puedes abstraerte. Y los materiales de construcción tienen un peso tremendo en estas emisiones de la edificación.
– Pero no se puede construir lo mismo con unos materiales que con otros.
– Igual es que no tenemos que construir tanto, igual lo que se construya no tiene que ser tan grande o igual no hay que hacer cuatro plantas de sótano en un edificio, que es una burrada de emisiones, para meter coches que en realidad habría que quitar.
– ¿Por qué genera más emisiones construir hacia abajo?
– Hacia abajo solo puedes construir con hormigón, que es un material tan imprescindible hoy en la construcción como difícil de descarbonizar. Tiene un impacto muy grande en términos de emisiones.
– ¿Cómo deben ser, entonces, los nuevos edificios?
– Lo primero es empezar a medir la huella de carbono para optar por las soluciones con menos emisiones. Una alternativa sería una construcción más ligera, desmontable y recuperable. El uso de madera y otros materiales de origen natural ayuda mucho a tener una dieta baja en carbono en la nueva construcción. ¿Se necesita el acero, el hormigón y el vidrio? Sí, claro. Pero hay que usarlos como si fueran oro, bien porque son recursos finitos o porque su impacto es muy alto. En España se espera construir unos cinco millones de viviendas nuevas hasta 2050, pero construyendo como hasta ahora, sin reducir el impacto de los materiales y de los residuos, solo daría para unas 300.000 viviendas nuevas si se quiere cumplir los objetivos de emisiones. Si se quiere cumplir, claro.
– ¿También hay un objetivo de casas por demoler?
– De los 25 millones de viviendas que tenemos ahora, está prevista la demolición de 800.000. Son viviendas que están ya muy deterioradas o que no cumplen las condiciones mínimas de habitabilidad, no compensa su rehabilitación.
– ¿Cómo espera que evolucione la normativa en eficiencia?
– Una de las cosas que yo les explicaba a mis vecinos es que en Europa se empieza a plantear la necesidad de unos estándares mínimos de comportamiento energético. Hoy una vivienda puede tener una certificación energética A, B, C…., pero como la Comisión Europea ve que las cosas no se mueven a la velocidad que deberían, está discutiendo que sea obligatorio un mínimo, de forma que si tienes una G o una F, debas hacer obras, sí o sí, para convertirla en una C o una B. En teoría, esto se pondría en marcha a partir de 2030, es un cambio complejo, porque toca cuestiones de propiedad privada, al querer poner trabas a la venta o alquiler de las casas con peor nota energética. Digamos que ahora estamos en el momento zanahoria y esto sería el momento palo. Tarde o temprano, habrá que hacerlo, y ahora hay fondos. Luego lo pagará cada uno.
Clemente Álvarez